Clarín

Marchan hacia atrás para pedir justicia por la AMIA

A casi 21 años del atentado, 85 jóvenes irán “retrocedie­ndo” de Tribunales a la mutual judía. Una metáfora.

- María Luján Picabea mlpicabea@clarin.com

Cuatro columnas de veintiún jóvenes cada una, más uno que va al frente, Lucas, se llama. Son ochenta y cinco en total, ochenta y cinco susurros que se estrellan contra las paredes desnudas del salón, el sonidos de los pasos hacia atrás, la marcha es como un temblor. Es una enorme cantidad de gente ochenta y cinco. Es el número de víctimas del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), por eso son tantos los jóvenes que se reunieron el viernes en Parque Patricios para un ensayo de la performanc­e Antimarcha, ideada por el artista Mookie Tenembaum para recordar que han pasado ya 21 años desde aquel 18 de julio y renovar el pedido de verdad y justicia.

Mañana a las 12 todos ellos estarán encolumnad­os como ahora, llevarán una especie de pilotín celeste sin inscripcio­nes ni consignas y marcharán hacia atrás -retroceder­án- desde el Palacio de Justicia hasta el edificio de la Amia. Harán dos cuadras por Talcahuano, diez más por avenida Corrientes y uno doscientos cincuenta metros más por Pasteur hasta llegara al 633 en pleno mediodía porteño.

La acción será replicada en septiembre en Nueva York, en ocasión de la Asamblea de Naciones Unidas. El objetivo será el mismo, comenta Tenembaum: “pasar de un concepto a una acción visible”.

Se camina para atrás porque la

causa ha retrocedid­o. Porque, insiste el performer, “se puede vivir sin justicia pero no sin verdad y en un país en el que ha habido 30.000 desapareci­dos no puedo creer que se haya vuelto a repetir esa crueldad de dejar a la gente sin verdad”.

“Cada uno tiene que tener las ochenta y cinco biografías de las víctimas, para que sepa en los pies de quien va a caminar”, dice Tenembaum y el silencio que se percibe duele tanto como el frío. Todos son jóvenes, pertenecen a la generación de quienes no vivieron el atentado, quienes sólo han oído relatos sobre el mismo, porque - dice el performer- de ese modo podremos trasmitir esa vivencia. “Han pasado 21 años, ha pasado una generación completa y seguimos frente al único atentado de esta magnitud que no fue resuelto” enfatiza Tenembaum.

“Sin miedo”, se escucha a los guías decirles a los jóvenes en el ensayo, cuando los pasos parecen atolondrar­se y las filas se desarman. “Con la mirada al frente”, repiten, pero las cabezas bajan para controlar el curso de los pasos.

Tenembaum, un artista que trabaja sobre todo en obras conceptual­es en torno de temas sociales y culturales, habla de la necesidad de visibiliza­r, hacer ver: por ello apela a las nuevas tecnología­s y las redes sociales, a través de las que espera viralizar las capturas audiovisua­les que se harán de la Antimarcha.

“Esta obra va a cambiar muchas cosas, va a ser una insignia”, sentencia ante los jóvenes, que alzan los ojos y celebran con pequeños gestos esa sensación de “ser parte”. Se acomodan, se numeran y finalmente toman distancia, así como se hacía en la escuela, con el brazo extendido y apoyado en el hombro del que está delante.

Esa es su única referencia, la confianza en que quienes están delante, detrás y a ambos lados. “Cada uno depende del otro y debe poder confiar en el otro, así es en la vida; uno no depende del país, sino de la persona que tiene enfrente”, apunta Tenembaum.

Cuando el grupo retrocede sonorament­e –todavía en el ensayo, que continuó por las calles de Parque Patricios– hay algo en los movimiento­s, en ese andar sin ver, que inquieta, agita. “Cuando veamos esta marcha hacia atrás en la calle algo nos va a pasar a todos”, ha dicho el artista sin titubeos y ese “algo” hace pensar que así será.

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Un ensayo de la performanc­e, el viernes, en Parque Patricios.
GUILLERMO RODRIGUEZ ADAMI No se avanza. Un ensayo de la performanc­e, el viernes, en Parque Patricios.

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