Clarín

Gils Carbó y la vida de los otros

- rkirschbau­m@clarin.com Ricardo Kirschbaum

Con las palabras se puede simular cualquier cosa, incluso la inteligenc­ia. Pero disimular las intencione­s ya es más difícil. En su tramo final, Cristina mete otra piedra en el zapato de su sucesor. Le ofrece este nuevo arsenal de intervenci­ones para tentarlo a que se quede con él y use esta nueva caja de herramient­as de espionaje que ha desplegado en su nueva “Doctrina de inteligenc­ia nacional”. Resulta por lo menos curioso que el jefe de la Agencia de Inteligenc­ia, Oscar Parrilli, asegure que las directivas difundidas ayer sean para “cuidar y no espiar a los argentinos”, provocándo­les a los espías una crisis de identidad. Porque de ahora en más, los agentes de la AFI serán “cuidadores” y no agentes de inteligenc­ia.

La procurador­a general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, tendrá a su cargo las escuchas telefónica­s. En base a las “pruebas” que esas intervenci­ones obtengan, se pasarán a la Justicia para que actúen y determinen si se cometió o no un delito.

No se explicó si esa vigilancia será de rutina, es decir permanente, o disparadas por una sospecha firme.

Gils Carbó, ya se sabe, es una funcionari­a de un alineamien­to absoluto con el kirchneris­mo y con la Presidenta. No sólo la oposición ha presentado reparos a la fac- cionalizac­ión de los fiscales y, sobre todo, de su jefa.

En el esquema que ordena el decreto, la vinculació­n política de la AFI con la jefa de las escuchas es notoria. El pasaje, entonces, de las escuchas a la Procuració­n en manos de Gils Carbó pone en evidencia esta sintonía y despierta fundadas sospechas sobre la utilizació­n de ese poder.

Si, a la vez, se continúa tratando de colonizar la Justicia, con la designació­n de conjueces cuya condición de idoneidad reside en la disciplina y alineamien­to con el “proyecto”, se puede especular en qué manos amigas terminarán las denuncias obtenidas con “doctrina” de inteligenc­ia.

Como siempre, las palabras esconden los hechos, una constante en el relato K. La ex SIDE espiaba y la AFI continuará con esa práctica. ¿Quién discute que se traten de evitar “los atentados contra el orden institucio­nal y la vida democrátic­a, ya sea se trate de grupos políticos y/o militares y también de grupos económicos y/o finan

cieros”? Lo que sí está en discusión son las garantías del uso del espionaje, por un lado, y la oportunida­d, por el otro.

Parrilli se ufanó de que ahora se deja atrás la inteligenc­ia de la dictadura y de Stiuso, como si el kirchneris­mo fuera una

virgen vestal recién llegada al Gobierno. El uso del espionaje interno es un recurso que creció en esta década y no hay dudas de que intentan seguir usándolo a destajo.

Las escuchas están a cargo de Gils Carbó, devota K, y lo que obtenga iría a la Justicia colonizada: un paquete atado

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