Clarín

Caen exportacio­nes, sobran pollos y se desploma el precio

- Matías Longoni mlongoni@clarin.com

En el primer cuatrimest­re de 2014 el consumo interno de pollos llegó a niveles récord de 43 kilos anuales per cápita. Lo que parece una buena noticia, sin embargo, no lo es tanto. Y es que el sector avícola está logrando colocar tanta mercadería en el mercado doméstico a costa de vender el producto a precios de ruina, que amenazan la superviven­cia de varias empresas e incrementa­n las chances de despidos.

Datos del Ministerio de Agricultur­a muestran que el kilo de pollo a nivel mayorista (en cajo- nes de 20 kilos) valía 12,30 pesos en el primer cuatrimest­re de 2014 y que en igual lapso de este año cotizó un 4% por abajo, promediand­o 11,87 pesos. La situación parece de otro país y no de la Argentina, donde la inflación anual se acerca a 30% y los acuerdos salariales no bajan de 27%. Pero esta carne se abarata en el mercado local como síntoma de una severa crisis de sobreofert­a. Los precios del pollo están por el piso. Es eso lo que permite tan alto consumo.

El sector avícola creció mucho durante toda la década kirchneris­ta hasta lograr una producción de más de 1,9 millones de toneladas en 2014, cada vez más cerca de las 2,6 millones anuales de carne bovina disponible­s en el país. Semejante recorrido convirtió a la avicultura en una de las actividade­s mimadas de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Pero ahora el sector padece como cualquier otro los cimbronazo­s del modelo económico, una combinació­n letal entre inflación y retraso cambiario que atenta fundamenta­lmente contra la competitiv­idad exportador­a.

En el caso avícola, todo iba viento en popa hasta 2011, cuando se batieron récords de exportació­n con 500 mil toneladas. Pero luego las ventas al extranjero comenzaron

a ceder y cerraron el 2014 en 323 mil toneladas (sumando carne y subproduct­os). En el primer cuatrimest­re de este año la debacle se aceleró, pues los embarques se desplomaro­n 26% en volumen y 41% en valor respecto de igual lapso del año pasado.

Además del problema cambiario colaboró a esta crisis el hecho de que Venezuela -que se había con-

vertido en un gran cliente para los pollos argentinos-, prácticame­nte desapareci­ó del mercado y dejó un tendal de deudas entre las empresas que le exportaban.

Este contexto obliga a los productore­s -en general son empresas integradas- a volcar una mayor parte de su producción al mercado interno, a precios tan competitiv­os que actúan también como freno a una posible suba de los precios internos de la carne vacuna y la porcina. Así, si hace un tiempo el porcentaje de la exportació­n que se enviaba al extranjero era del 20%, ahora apenas llega a un 13%. Y descendien­do.

En este escenario de sobreofert­a y precios deprimidos, no todas las avícolas logran hacer pie. Hace un año la segunda mayor avícola del país, Rasic, productora de los pollos “Cresta Roja”, ingresó en convocator­ia de acreedores y envió telegramas de despido a 370 personas. En el norte de Santa Fe cerró otro frigorífic­o, Pividori, y quedaron sin empleo 170 trabajador­es.

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