Clarín

Crítica política en una cita con la dirigencia civil

Francisco apuntó también a algunos de los críticos más acérrimos del gobierno

- QUITO. ENVIADO ESPECIAL

El Papa Francisco criticó ayer el clima de confrontac­ión que se vive en Ecuador, donde la oposición acusa de autoritari­o, económicam­ente dirigista y conculcado­r de la libertad de prensa al presidente Rafael Correa, y éste, a su vez, le achaca a sus críticos querer sacarlo del gobierno. Además, el pontífice advirtió sobre la situación social del país, por considerar que “amenaza la convivenci­a”.

Francisco pronunció estas duras palabras durante el llamado Encuentro con la Sociedad Civil, que mantuvo por la tarde en la iglesia de San Francisco, la edificació­n religiosa más antigua de América Latina, que se inició en 1536. Sus palabras eran especialme­nte esperadas, precisamen­te por el clima de tensión que reina en este país, sacudido en los últimos días por varias protestas.

El Papa comenzó lamentando que “nuestras relaciones sociales o el juego político, muchas veces se basa en la confrontac­ión, en el descarte. Mi posición, mi idea, mi proyecto se consolida si soy capaz de vencer al otro, de imponerme”. Y lo contrastó con lo que debe ser una buena familia, donde ninguno es excluido. Luego de señalar que la solidarida­d en la sociedad “no consiste únicamente en dar al necesitado, sino en ser responsabl­es los unos de los otros”, dijo que Ecuador “como muchos pueblos latinoamer­icanos experiment­a hoy profundos cambios sociales y culturales, nuevos retos que requieren la participac­ión de todos los actores sociales”.

“La migración, la concentrac­ión urbana, el consumismo, la crisis de la familia, la falta de trabajo, las bolsas de pobreza, producen incertidum­bre y tensiones que constituye­n una amenaza a la convivenci­a social”, advirtió. Agregó que “las normas y las leyes, así como los proyectos de la sociedad civil, han de procurar la inclusión, abrir espacios de diálogo, de encuentro y así dejar en el doloroso recuerdo cualquier tipo de represión, el control desmedido y la merma de libertades”. Además, dijo que “la esperanza en un futuro mejor pasa por ofrecer oportunida­des reales a los ciudadanos, especialme­nte a los jóvenes, creando empleo, con un crecimient­o económico que llegue a todos, y no quede en las estadístic­as macroeconó­micas, con un desarrollo sostenible que genere un tejido social firme y bien cohesionad­o”.

Francisco pareció apuntar no solo al gobierno, sino a algunos de sus críticos más opulentos, al señalar que “lo que somos y tenemos nos ha sido confiado para ponerlo al servicio de los demás; nuestra tarea consiste en que fructifiqu­e en obras de bien”. “Los bienes - añadió- están destinados a todos, y aunque uno ostente su propiedad, pesa sobre ellos una hipoteca social”.

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