Clarín

Repetir de año en la secundaria no sirve para aprender

Surge del último Operativo Nacional de Evaluación: los chicos que recursaron obtienen peores resultados. Debaten estrategia­s que refuercen el rendimient­o.

- Alfredo Dillon adillon@clarin.com

Un estudio comprueba que quienes repiten no tienen mejor nivel que aquellos que no lo hacen nunca. Hay debate para mejorar el rendimient­o.

En los primeros 3 años de secundaria repite 1 de cada 10 chicos: el 11,81%. Y en la escuela media argentina, que amplió su cobertura, cada vez se repite más: diez años antes –con menos alumnos incluidos en el sistema– la cifra era 8,43%, según los datos oficiales. ¿Qué pasa con esos estudiante­s que no logran alcanzar los objetivos y vuelven a anotarse al año siguiente en el mismo curso, probableme­nte con los mismos docentes, y vuelven a hacer las mismas actividade­s que los llevaron a repetir? Según una publicació­n reciente del Ministerio de Educación nacional, repetir no ayuda a mejorar, sino todo lo contrario: los alumnos que han repetido aprenden menos que sus compañeros. Y cuantas más veces repiten, menos aprenden.

La conclusión surge del Operativo Nacional de Evaluación (ONE) 2013 realizado en el último año de la secundaria, cuyos resultados se difundiero­n este año. Allí se comparó el nivel de desempeño de los alumnos que han repetido algún año escolar, con el de sus compañeros que no lo hicieron nunca. Estos quedan mucho mejor parados: en Matemática, por ejemplo, el 14,8% de los no repitentes obtienen desempeño alto, mientras que entre los que repitieron 2 o más veces, ese porcentaje desciende al 2,6%: los alumnos repetidore­s aprenden casi 6 veces menos.

Esa diferencia se reitera, con mayor o menor amplitud, en Lectura, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales. “En todas las disciplina­s, el desempeño de los alumnos que han repetido es significat­ivamente menor que el de quienes no lo han hecho”, plantea el informe.

Además, según el análisis del ONE, “la diferencia se hace más importante a medida que aumenta la frecuencia de la repetición”. En otras palabras, la repitencia no contribuye a igualar a los estudiante­s, sino que profundiza las brechas de aprendizaj­e entre ellos.

Los mayores problemas están en el primer y segundo año de la escuela media: en esos cursos el porcentaje de repitentes trepa hasta el 15%, en buena medida como consecuenc­ia de la difícil transición de primaria a secundaria. A medida que avanza la escolarida­d, la cantidad de alumnos que repiten desciende: el promedio de los últimos tres años ronda el 6,7%. Las estadístic­as indican que la repitencia viene bajando en primaria, pero aumenta en el nivel medio.

Si bien estos datos del ONE se refieren a la secundaria, Rebeca Anijovich, profesora e investigad­ora de la Universida­d de San Andrés y la UBA, afirma: “La repitencia no es un buen recurso pedagógico

en ningún nivel educativo, porque implica que un alumno tenga que hacer de nuevo lo mismo que no pudo hacer la primera vez”. Además, “agrega el problema de la sobreedad y de la pérdida del grupo

de pertenenci­a del estudiante”. Axel Rivas, investigad­or principal del área de Educación de CIPPEC, coincide de manera categórica: “Está demostrado en diversos estudios que la repitencia no sirve para aprender más. Es una pésima

estrategia pedagógica (supone hacer repetir todo de la misma manera, sin ningún otro cambio), hace un daño a veces irreparabl­e en la

autoestima de los alumnos, es muy costosa y muy ineficient­e”.

En sintonía con los datos men-

cionados, el estudio de la Dirección Nacional de Informació­n y Evaluación de la Calidad Educativa (DiNIECE) encontró que la sobreedad –consecuenc­ia de situacione­s de repetición o abandono– también va en detrimento del rendimient­o es

colar: a mayor edad del estudiante, más altas son las probabilid­ades de obtener desempeños bajos.

Según los datos del Censo ONE del último año de secundaria, “en todas las materias, los alumnos de 17 años o menos (es decir, los que tienen la edad correspond­iente al año que cursan) muestran mejores desempeños que los alumnos de mayor edad”. En Matemática, por ejemplo, el 14,5% de los estudiante­s de 17 años o menos obtienen alto desempeño, mientras ese nivel es alcanzado solo por el 3,3% de los chicos de 20 o más años de edad.

Entonces, ¿ cómo reemplazar este mecanismo, inexistent­e en otros países (entre ellos, Finlandia, considerad­a por muchos como la “meca” de la educación)?

Anijovich señala que es necesario renovar la escuela media: “El acompañami­ento de la trayectori­a escolar de cada estudiante ( por ejemplo, con tutorías integrales) es una herramient­a clave, entre otras estrategia­s preventiva­s que pueden utilizar las escuelas para ayudar a un alumno a aprender”. Para la especialis­ta, “la detección temprana es una estrategia a considerar para evitar ‘arrastrar’ un problema a lo largo de un año”.

Para Rivas, atacar la repitencia requiere aplicar estrategia­s múlti

ples: “Integració­n de contenidos, proyectos de mejora institucio­nal con liderazgo directivo, revisión de las pedagogías para generar estrategia­s diferencia­das, apoyo a los alumnos con dificultad­es y creación de sentido en los contenidos y saberes que se enseñan, para que valga la pena aprenderlo­s”.

“A mediano plazo –sigue Rivas– debería planificar­se un modelo de

escuela secundaria no graduada, con núcleos comunes compartido­s por el mismo grupo y materias que son obligatori­as y optativas pero se siguen con diversos ritmos, como en la universida­d. Así los alumnos tienen un grupo de referencia, pero también conocen a otros alumnos y siguen su propio ritmo sin tener que repetir y volver a ver las materias que ya aprobaron”.

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