La Bombonera vibró en la despedida a Battaglia
Riquelme, Bianchi, Palermo, Guillermo Barros Schelotto, Bermúdez y Serna, entre otros, participaron de un emotivo encuentro para despedir al más ganador de la historia de Boca.
Román, Bianchi y Palermo, entre otros, estuvieron en la fiesta de Boca.
El momento no es uno más. Tiene el imponente significado de una certeza: es la última ovación. Es la despedida a ese grito que lo acompañó desde su debut, allá por 1998.
Es el adiós del León. Sí, Sebastián Battaglia -el emblema, el capitán,
el cinco, el más ganador de la historia del club- se va de Boca con esa emoción que no le cabe en el cuerpo. Camina por el vestuario en el que tantas veces se quedó disfónico gritando victorias, sube la escalera a pasos breves, pisa el césped. Andy Kusnetzoff -el presentador- anuncia su nombre. El grito unánime de la Bombonera repleta tarda un suspiro en llegar: “Oleeee/ oleeee/ oleeee/ Sebaaaaaaaaa/Sebaaaaa...”. El mediocampista que toda esa gente reconoce como propio saluda, sonríe, se emociona. Antes pisaron ese mismo campo de juego varios de los que compartieron con él los días más felices de la historia de Boca. Guillermo, Román, El Titán, El Virrey, El Flaco, Chicho, El Patrón. Todas esas figuras que no necesitan apellido para ser identi- ficados bajo el cielo de La Boca. No fue azar: todos ellos resultaron los más aplaudidos en la noche de los abrazos al recuerdo.
Battaglia lo hizo posible: en el homenaje juntó a casi todos los máximos exponentes de -quizáslos mejores días de la larga y gloriosa vida xeneize. Otro detalle que asombra: habría que estar un rato largo para sumar la cantidad de títulos de todos los presentes. No alcanzarían las vitrinas del Museo para guardarlos.
No es casualidad su logro. Es un retrato de su extenso recorrido por la institución: ese que incluyó 17 títulos (entre ellos cuatro Copas Libertadores), 313 partidos y 24 goles. También una entrega que quedará guardada para siempre en lo mejor de la memoria del bostero auténtico, del hincha incondicional. En todos ellos que ahora se animan a llorar, encantados.
El primer gol fue una añoranza trasladada al presente: apilada de Riquelme, pase para el Chelo Delgado y definición -con la rodilla, casi con torpeza- de Palermo. La vieja y perfecta fórmula, otra vez en escena. Para que Battaglia grite el gol del equipo azul. Para que la
gente se ría y grite como si estuviera reviviendo alguna mágica noche de la Libertadores.
“Es muy lindo despedirse así. Con tantos amigos, con tanta gente querida, con los hinchas, en mi cancha. Estoy aguantando las lágrimas. Será raro correr una pelota por última vez en esta cancha”, dice Battaglia. Y emocionado juega. Luce la estampa de siempre. A pesar de las averías en los tobillos y en las rodillas que lo obligaron a frenar a los 34 años. El eslogan del evento “Gra
cia5eba” es algo más que eso. Es la sensación que se percibe desde el contorno: todos y cada uno de los presentes están diciendo eso, un
gracias enorme. Ofrecen su gratitud a una era que los hizo felices y a un jugador que fue símbolo de ese tiempo memorable. Hay otra particularidad que acompaña: todos usan la número 5, la de Seba.
El resultado es un agregado de cotillón. Excepto por esos dos goles de penal de Battaglia. Un toque suave y la sucesión de abrazos. Ellos -compañeros y amigos- también le están agradeciendo por los días compartidos. Al final queda otro espacio para la emoción. Con la voz de Raúl Lavié cantando “A mi manera”, un León llora, mientras da su última vuelta olímpica...