Clarín

Carta abierta a Leo Messi

- rroa@clarin.com Ricardo Roa

Perdónalos, Leo: No saben lo que dicen. Tenemos al mejor del mundo y quieren expulsarlo de la selección, la que fue finalista en el Mundial y en la Copa América. Pero que perdió por vos, dicen. Es un disparate que habla mucho de nosotros y de nuestra capacidad de autodestru­cción.

No es nuevo. Hemos expulsado a los científico­s más brillantes. Estamos acostumbra­dos a maltratar a los más ta- lentosos, especialme­nte cuando por alguna razón provocan decepción colectiva.

En el Mundial hiciste llegar a la Argentina hasta la final y en esta Copa, que terminó en un Waterloo, llegaste a jugar muy bien aunque nos quedamos con las ganas de ver al jugador brillante que bate récords de títulos y de goles en el Barcelona.

Sos condenado por no haber sido un salvador. Seguimos esperando un salvador que realice un milagro en el momento más apremiante. No podemos tolerar que además tengas otro estilo de liderazgo: ése en el que se trabaja, en el que importa el grupo y en el que el mejor es humilde en sus gestos, casi tímido. Preferimos los cancheros y los fanfarrone­s. Vos no sos así.

Te destacas en otro equipo, en otro país. Para ellos es imperdonab­le: triunfás afuera, para otros y no para tu camiseta. Sos el gran chivo expiatorio. El responsabl­e.

No hay equipo ni selección que no quisiera tenerte. Pudiste nacionaliz­arte y jugar para España. Te lo ofrecieron. No quisiste. Quisiste jugar para la Argentina. Sos profundame­nte argentino. Estás allá pero estás acá.

No sos el que seduce por la épica de haber pasado de canillita a campeón como Maradona de Fiorito. Ni sos Tévez, que creció escuchando silbar balas en Fuerte Apache y no puede achicarse ante ninguna defensa. Nos pasamos la vida pidiéndote­que seas lo que no sos ni podés ser.

Naciste en una familia de clase media y sufriste en la vida. Viajaste a España porque no crecías y el tratamient­o que necesitaba­s y nadie te lo pagaba aquí te lo ofrecieron allá. Interminab­les series de inyeccione­s que, niño aún, aprendiste a aplicarse a vos mismo.

No te haces ver en discotecas ni te paseas con modelos ni haces operacione­s de prensa. Sos callado y respetuoso. Preferís el silencio y que hable la pelota en tus pies.

El juicio que te hacen es una muestra más de nuestro pobre individual­ismo, de nuestra incapacida­d para sostener construcci­ones colectivas. No nos damos cuenta que sin vos seremos más pobres.

Lo que estamos haciendo con vos habla de nosotros. ¿Qué tal si nos exigimos un poco de lo que le exigimos a Leo? Pero es más fácil culpar a Messi y tirarle piedras con nuestras manos limpias.

Lo que te hacemos habla de nosotros. ¿Qué tal si nos exigimos nosotros un poco de lo que le exigimos a Messi?

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