Religión y poder, la fórmula que alimenta a los talibán
Los talibán son una fuerza integrista originada en Pakistán desde donde se organizó para participar en la lucha contra la ocupación soviética de Afganistán. Esa resistencia es la que les dio su primera identidad y respaldo popular.
Integran la rama mayoritaria del islam, el sunnismo y dentro de ella, una versión que tiene tres siglos, el wahabismo, que impo- ne una lectura y práctica literal del Corán en el mismo estilo aunque con algunas diferencias que postula la banda terrorista ISIS. Dentro del Islam, son salafistas yihadistas, que promueven la guerra contra Occidente, a diferencia de los salafistas de la predicación, que remiten a las tres generaciones de líderes de la religión tras la muerte de Mahoma y defienden la paz.
Estos individuos son considera- dos apóstatas y herejes por Irán, que es una teocracia marcada por la otra versión del islam, los shiítas. Es conocido que Teherán, pese a la rivalidad con Estados Unidos, que ahora se ha moderado con el acuerdo nuclear, colaboró con Washington en la represión de los taliban que amenazaban sus fronteras.
Cuando los rusos soviéticos fueron expulsados de Afganistán, este movimiento se ocupó de limpiar remanentes comunistas en ese país y fueron la escalera al poder para el Mullah Omar. Forman parte de una legión de organizaciones que aplican estrictamente la sharía o ley islámica como herramienta de control social. De ese modo, abortan cualquier alternativa de organización civil independiente, la partidocracia y el cuestionamiento popular al poder.
En Pakistán, este movimiento sostiene numerosas Madrazas o escuelas islámicas de línea ultraortodoxa. Estas y las otras son deformaciones, en verdad, de la Guerra Fría y la forma en que fue disputada. Occidente colaboró con intensidad para que el fundamentalismo religioso ganara espacios en el mundo árabe y aún más allá en el vecindario para, de ese modo, recortar la influencia de Moscú.
Tras la derrota sufrida en 2001 por la invasión norteamericana, los taliban se concentraron en territorio de Pakistán. Pero de ahí regresaron a Afganistán, reagrupados en diferentes tribus que han venido combatiendo a las tropas estadounidenses.
Desde fines de la década pasada, Washington comenzó a negociar con la dirigencia principal taliban que ejercía el Mullah Omar y sus aliados, en un intento por desembarazarse de la guerra en ese país, que es la mayor que ha librado Estados Unidos en toda su historia. Pero el resultado y evolución de esas negociaciones nunca fue totalmente claro.