Clarín

De Vido y Grosman, buscando un alto cargo bajo el sol naranja

- Susana Reinoso

Dos de los funcionari­os más poderosos y con más “caja” del ámbito cultural K empiezan a desplegar su juego de cara a un eventual triunfo de Daniel Scioli en octubre. Son el ministro de Planificac­ión, Julio De Vido, y el director de la Unidad Ejecutora Bicentenar­io, Javier Grosman.

Hace diez días el ministro, que se ve como “el padre” del Centro Cultural Kirchner, renunció a sentarse a escuchar a Martha Argerich junto a su par de Cultura, Teresa Parodi para no perderse la foto junto a Scioli en San Juan, en un seminario de Minería y Desarrollo sustentabl­e.

De Vido es parte de la coordinaci­ón del plan Igualdad Cultural, que contrata artistas por cifras siderales y abastece la agenda musical del CCK y los canales oficiales. Al ministro lo entusiasma mantener este programa bajo su órbita pero Parodi le hace reclamos, ya que la programaci­ón del CCK es resorte suyo. Pero a De Vido le interesa el CCK in totto, digamos, llave en mano: quedarse con la dirección en la era Scioli.

De Vido manejaba Igualdad Cultural ya durante la gestión de Jorge Coscia en el ministerio, y había logrado sumergirse en uno de los agujeros negros de Cultura: el Centro de Producción e Investigac­ión Audiovisua­l (CePIA), cuyos productos son desconocid­os para todos. El CePIA depende de Parodi. Y, aunque parezca un dato menor, De Vido ha colado Igualdad Cultural también en esa área.

Otro de los objetivos que De Vido se ha propuesto en relación con el CCK es el traslado de un área actualment­e bajo el CePIA, el Banco Audiovisua­l de Contenidos Univer- sales Argentino (Bacua). Según el Cultura, el ente tiene “más de 500 horas de contenidos para televisión digital”. En teoría, esas produccion­es están “en las pantallas de distintas señales públicas”.

Por su parte, Javier Grosman, director de la Unidad Ejecutora Bicentenar­io (que luego de 2010 perdió su razón de ser) también rema con vigor hacia la orilla sciolista. Es uno de los funcionari­os cercanos a Cristina que ya habla del “fin de ciclo”. Hace unos días, Grosman salió de su bajo perfil para responder a la autora de El relato peronis- ta, Silvia Mercado. El funcionari­o que caminó dos pasos detrás de Cristina el día que inauguró el CCK, reafirmó en una columna la trascenden­cia de las megaaccion­es llevadas a cabo, tanto desde la Unidad Ejecutora como en el CCK. ¿A quién le recordaba Grosman sus logros, en esa nota titulada “No todo vale”? Al candidato Scioli.

Desde que éste triunfó en la interna, Grosman viene desplegand­o una campaña de seducción con el gobernador para vestir el traje de ministro de Cultura de la Nación. Sus llamados telefónico­s son cotidianos. Sí, queda tiempo, pero ya se sabe que en política a menudo los que ganan son los que se anticipan. Grosman viene aproximánd­ole a Scioli los resultados de su productora de eventos. Esa plataforma comenzó en Tecnópolis, desde donde intentó conquistar el CCK: si se le da el ministerio, quedaría bajo su férula. Según números del campo sciolista, los costos de mantener el CCK son unos 1000 millones al año y su futuro es una incógnita.

En el gobierno se conoce la capacidad de Grosman para armar megaespect­áculos a los fines de un relato oficial para las masas. Es el gran constructo­r y escenógraf­o del relato oficial. Pero sus produccion­es no son aptas para años de vacas flacas.

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TELAM El CCK es mío, mio. De Vido, en la apertura del Centro Cultural./

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