Libros que recomiendan libros: otra forma de inventar lectores
En medio de la enorme oferta editorial, textos como el que acaba de publicar Flavia Pittella funcionan como un filtro.
Los libros que recomiendan libros llevan muchos años en Europa y Estados Unidos, y empezaron a aparecer en nuestro país a cargo de voces locales. En este contexto de sobreabundancia editorial, donde se imprime cada vez más, y cuando Internet vuelve accesible toda la información del mundo en un solo click, estas propuestas se pueden pensar como un modo de separar la paja del trigo. De los “libros que hay que leer antes de morir” a las listas confeccionadas por académicos (de Harold Bloom a Umberto Eco, por caso), el fenómeno es un modo también de jerarquizar y divulgar los textos.
Flavia Pittella viene haciendo ese trabajo de divulgación y recomendación hace años en la radio, hoy al aire de “Lanata sin filtro” por Radio Mitre. Además, coordina un importante club de lectura virtual. Su vocación parece ser la de romper el cerco que rodea a los libros y hacer que más lectores puedan acceder a esa valiosa información. 40 libros que adoro y no podés dejar de leer (Planeta) reúne justamente esos textos que a Pittella tanto le gustan y que recomienda con fervor cada semana. De Italo Calvino a Selva Almada, de José Saramago a Azar Nafisi, los países y las lenguas chocan, dialogan y se superponen. Lo que los une es nada menos que el gusto personal de la lectora, perfectamente indicado en el título del libro, de modo que nadie piense que esta es una lista definitiva de libros canónicos. En diálogo con Clarín, Pittella dijo: “Fue una decisión muy difícil e incluía una lista de casi cien libros, pero como las reseñas resultaron más largas de lo esperado tuvimos que acortar la lista y quedaron afuera muchos autores fundamentales”. Por lo pronto, ella misma tiene que hacer una primera selección, aplicar un filtro a todo lo que se publica: “La selección a estas alturas es muy arbitraria ya que me llegan muchos libros. Busco ‘signos’ que me ayuden a priorizar: los títulos, por ejemplo. Me atraen mucho (o no) los títulos; el autor o autora es obviamente importante; si ya leí algo de ellos, o si los escuché nombrar y nunca los leí. Pocas veces leo las contratapas y siempre les doy una oportunidad a las primeras hojas”.
El gran desafío es cómo transmitir ese entusiasmo a lectores quizás no tan interiorizados con el autor o el contenido de tal o cual libro: “Intento conectar con lo que me pasó a mí como lectora: qué aspectos me atraparon. Si fue el tono, o la historia, o el estilo del autor. Muchas veces (todas, creo) nos leemos a nosotros mismos en los libros. Leemos zonas de nues- tra identidad que desconocemos, o interpretamos de manera diferente. Me gusta mucho recomendar libros por si tenés mucho tiempo, o necesitás algo que te reconforte, o estás listo para sumergirte en un mundo difícil de transitar. Intento por todos los medios no contar el argumento, sólo lo mínimo indispensable”, afirma.
La radio no es la única instancia en la que Pittella difunde libros. Hace años comanda un club de lectores, del que nos cuenta: “‘La comisión de lectores del club de la tarde’ surgió en el programa que conducía Ernesto Tenembaum: yo recomendaba libros dos veces por semana. Hace poco cumplió cinco años y funciona como un grupo de lectura presencial, excepto que nos ‘reunimos’ en Facebook. Entonces la interacción entre los miembros es mucho más activa. No nos reunimos una vez por mes sino que estamos todo el tiempo conectados. Todos los miembros son productores de las elecciones de libros que decidimos leer. Es una experiencia muy intensa. Somos más de 2.000 personas y hemos logrado una comunidad hermosa y compleja con diversidad de gustos lectores. Hay escritores, lectores muy activos, otros que dan una vuelta y leen lo que se publica. Muchos se han vuelto amigos y están en contacto por fuera del grupo. Todos los lectores tienen su voz y eso lo hace un espacio muy democrático. Estoy muy orgullosa de esta comisión”.