Clarín

El Día Nacional del Espía

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- rroa@clarin.com Ricardo Roa

altó que pusieran: declárase el 30 de Setiembre Día del Espía. Es lo que se les pasó por alto: todos los ex espías deberán presentar antes de ese día y todos los años una declaració­n jurada.

Lo decidió la SIDE, rebautizad­a Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI). No fue una resolución secreta sino pública y con número público: el 202. Fue publicada sin rubor alguno en el Boletín Oficial. No se podría pedir más.

¿Y qué tienen que poner los espías jubilados o no tanto en su declaració­n? No está claro. O todo lo claro que lo quiera el Gobierno. La resolución dice: informacio­nes que tienen en su poder “con motivo de las tareas que se les encomendar­on”.

No hay que leer demasiado entre líneas: el Gobierno quiere saber qué hacen los ex agentes con informació­n vieja y con informació­n nueva. Si no la presentan, podrán perder beneficios como policías retirados.

La declaració­n deberá ser completada “personalme­nte en la sede central”, y si no van podrán ser llevados por la fuerza. Eso no garantiza que cuenten todo lo que saben ni que dejen de usar en su propio provecho todo lo que saben.

Por ejemplo: ¿Qué contarán Stiusso, Larcher e Icazuriaga, que hasta hace muy poco manejaron todas las operacione­s de inteligenc­ia del Gobierno?

Retirados o no, los espías ahora pertenecer­án de por vida a la AFI. La declaració­n jurada será “de carácter permanente, por lo que su cumplimien­to resulta exigible en forma indefinida en el tiempo”.

Además, la AFI de Oscar Parrilli siempre podrá citarlos para que aporten “la informació­n que les sea requerida” y que “por su relevancia debiera ser puesta en conocimien­to de las autoridade­s”. Es lo que parece importar más a la burocracia: que los ex espías les cuenten lo que saben de ellos y de otros a ellos antes que a otros.

Los ex espías no la tienen fácil: ahora, cada año, tendrán que hacer declaració­n jurada de lo que supieron o lo que saben

Una contribuci­ón al festejo del 30 de setiembre sería que se comprobase que una fiscal que responde a Gils Carbó espió a dirigentes de La Alameda, entre ellos el diputado Gustavo Vera. Según la denuncia, la orden salió después de que Vera y otros vieran al Papa. ¿Querrán saber sobre La Alameda o sobre el Papa y La Alameda?

Otro aporte viene de Chubut. El Concejo Deliberant­e de Esquel pidió que Parrilli explique por qué vigiló a vecinos en el conflicto que los mapuches mantienen con la multinacio­nal Benetton.

Las denuncias de La Alameda y en Esquel no son extravagan­cias. La lista de espiados esta década por orden del kirchneris­mo es interminab­le. Parrilli busca enterarse de lo que hacía Stiusso a través de sus secuaces. Tendrá un problema si esos secuaces le cuentan lo mismo al próximo Gobierno.

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