Clarín

El comercio exterior, en la peor carrera de obstáculos

- Miguel Ponce Directivo del Centro de Estudios para el Comercio Exterior del Siglo XXI

En julio la caída del superávit sería superior al 50 % interanual. La peor del año y el peor julio desde 2001. Los dólares necesarios para el funcionami­ento de la economía no están.

Lamentable­mente la situación se agravó. Sin temor a equivocarn­os, ya podemos asegurar que la careta del relato se ha terminado de caer. En efecto, al día siguiente de las PASO, redujeron, desde el BCRA, a un 30% la disponibil­idad de divisas para el comercio exterior; 48 hs después al 20%, y la semana pasada prácticame­nte no hubo operacione­s.

El comercio exterior se ha ido transforma­ndo en una verdadera carrera de

obstáculos, por estas razones: 1º. La Secretaría de Comercio Interior demora las DJAIs (Declaracio­nes Juradas). 2º Cuando se las obtiene, uno va a su banco comercial y dicen que el Banco Central de la República Argentina aún no autorizó, que vuelva la próxima semana ... No se los niegan, pero bicicle- tean todo lo que pueden. 3°. La Aduana, del histórico 5 o 6% de canal rojo, ahora aumentó a un 40% inédito por esta metodologí­a.

Por eso observamos el deterioro del sector, ya que los números conocidos corroboran el agravamien­to de la situación. Las economías regionales no pueden esperar hasta el cambio de gobierno; la creciente pérdida de competitiv­idad se ve agravada por el retraso cambiario y la insólita política frente al superdólar. Mientras nuestro principal socio comercial, Brasil, devalúa el real frente al dólar, nosotros “sobrevalua­mos” el peso, lográndose la peor relación peso-real.

Ni qué decir de la brecha, que ya ronda el 70%, impidiendo la ejecución de cualquier política de reposición, tanto en productos terminados, como en insumos de procesos industrial­es. Obviamente, las Pymes aparecen como las principale­s víctimas de estas políticas que siguen dejando en claro la mala praxis de la administra­ción actual.

Cuantitati­vamente, la novedad es que estimamos, a la fecha, una deuda desde BCRA de unos U$S 8.500 millones por importacio­nes ya efectuadas y retrasadas en su pago. A lo que debe agregarse un monto acumulado aproximado a los U$S 6000 millones, en DJAIs pendientes de aprobación o necesarias de ser aprobadas para el mantenimie­nto de la actividad productiva.

Se agrava la situación. Las economías regionales no pueden esperar hasta el cambio de gobierno

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