Luz verde de Austria y Alemania a la llegada de inmigrantes
La imagen lacerante de miles de refugiados caminando hacia el centro de Europa, en abierto desafío a los policías húngaros, se impuso con fuerza propia. Los gobiernos de Alemania y Austria acordaron recibir a los inmigrantes sin papeles que Hungría rechaza, como una medida de excepción. Así lo informó anoche el canciller de Austria, el socialdemócrata Werner Faymann, tras llegar a un acuerdo con su par alemana, Angela Merkel, y después de haber hablado con el primer ministro húngaro, Viktor Orban. La decisión fue motivada por “la actual situación de emergencias en la frontera húngara”, según comunicó la cancillería austríaca. Hay que tener en cuenta que Alemania ya tenía previsto recibir durante el año a unos 800.000 refugiados, una cifra considerable dentro del caos actual. Más allá de este gesto de Berlín y Viena, Faymann aclaró que esperan que Hungría “respete sus obligaciones europeas, incluyendo las relacionadas con el acuerdo de Dublín” que rigen los regímenes de asilo en la Unión Europea. En otro párrafo punzante, Faymann sostuvo: “Esperamos de Hungría la disponibilidad a resolver los problemas que persisten de acuerdo con el reparto justo de refugiados y el mecanismo para emergencia a los que aspira la Comisión Europea, y a los que contribuimos hoy”. El jefe del gobierno austríaco aludió así a la negativa del gobierno de Orban a aceptar cuotas obligatorias en un reparto de refugiados en toda la Unión Europea, un rechazo que comparte con los gobiernos de la República Checa, Eslovaquia y Polonia. Mientras tanto, en la frontera austro-húngara comenzaban a llegar los miles de refugiados que habían partido en micros desde la estación de trenes Keleti de Budapest y desde un punto de la autopista húngara M1, aproximadamente a 27 kilómetros de la capital. Se trata de unos 3.000 migrantes, aproximadamente. Hungría, en tanto, endureció aún más su posición. Ayer aprobó un paquete de leyes que criminaliza la inmigración ilegal y que comenzará a regir el 15 de septiembre. Lo que hasta ahora se consideraba una infracción de los reglamentos pasa a constituir un acto criminal castigado con cárcel, según la iniciativa del oficialismo. “Si no protegemos nuestras fronteras, decenas de millones de migrantes seguirán viniendo a Europa”, justificó el primer ministro Viktor Orban.