Con explosivos, el ISIS demolió en Palmira las célebres torres funerarias
Tenían unos 2.000 años de antigüedad y eran parte del valioso patrimonio histórico de esa ciudad siria.
La banda extremista Estado islámico (ISIS) demolió siete de las célebres torres funerarias de la antigua ciudad siria de Palmira, que tenían unos 2.000 años de antigüedad. De esta manera continúan con la campaña de destrucción de todo vestigio artístico o cultural que remita a otras creencias religiosas.
Hace dos semanas los yihadistas ya habían reducido a escombros los templos de Bel y Baal Shamin, considerados los más bellos de Palmira, ciudad inscripta dentro del patrimonio mundial de la humanidad.
“Hicieron estallar tres de las torres funerarias, las que estaban mejor conservadas, las más bellas”, lamentó el jefe de Museos y Antigüedades sirio, Mamun Abdelkarim. “Habíamos recibido informes hace 10 días, y acabamos de confirmar la información”, agregó.
La página web Syrian Heritage Initiative, un instituto basado en Estados Unidos, difundió una imagen por satélite tomada el 2 de septiembre, que muestra la destrucción de “al menos siete tumbas”, explicó. Se trata de las célebres tumbas de Elahbel, de Jamblique y de Khitot, “construidas por ricas familias de la antigua Palmira y que simbolizaban el desarrollo económico de la ciudad en los primeros siglos de nuestra era”, dijo Abdelkarim.
El especialista explicó que cada torre, de una superficie de 40 metros cuadrados, tenía su especificidad. “Jamblique (83 d.C.) está ricamente decorada con frescos, la de Elahbel (103 d.C.) es la más célebre y la mejor conservada, y la de Khitot es la más antigua (44 d.C.) y contenía una escultura de un hombre con su familia. Palmira es conocida por sus torres funerarias que son características de la arquitectura de la ciudad”, precisó.
Los monumentos funerarios están situados en el Valle de las Tumbas y son un testimonio de “los extraordinarios métodos de decoración y construcción” de aquella civilización, según especialistas de la Unesco.
El Estado Islámico, que aprovechó la guerra civil para implantarse en Siria, capturó Palmira el 21 de mayo pasado, tras expulsar a las fuerzas militares de Bashar al Assad, suscitando de inmediato los peores temores sobre el futuro del patrimonio sirio.
Los yihadistas consideran objetos de idolatría las obras religiosas preislámicas, principalmente las estatuas, y por ello han destruido numerosas joyas arqueológicas en Irak y Siria, donde dominan un amplio territorio.
En el último mes se ensañaron con Palmira. El 23 de agosto des- truyeron con explosivos el templo de Baal Shamin, derribando la “cella” (parte cerrada del templo), tras lo cual las columnas contiguas se desplomaron. Días antes habían decapitado, mutilado y colgado a un poste al ex responsable de Antigüedades de la ciudad, Khaled al Assad, de 82 años, uno de los mejores expertos mundiales. El domingo pasado, los yihadistas arrasaron también con el templo de Bel, considerado el más hermoso de Oriente Medio junto al de Baalbeck, en Líbano.
Arqueólogos y expertos del mundo entero llevan años alertando sobre lo que está ocurriendo con el patrimonio sirio. Por suerte, los responsables del emplazamiento arqueológico de Palmira pudieron evacuar el museo y poner a salvo varias piezas de valor inestimable antes de que llegaran los yihadistas.
“El drama de la destrucción del patrimonio sirio continúa”, lamenta Sheikmus Ali, de la Asociación para la Protección de la Arqueología Siria. “La memoria de los sirios se borra ante un mundo que se queda de brazos cruzados y unas instituciones que se conforman con condenar”, afirmó. Más de 900 monumentos o yacimientos arqueológicos han sido dañados o destruidos en los cuatro años y medio de guerra.