Clarín

A Messi le alcanzó un rato para volver a encandilar

El crack del Barcelona ingresó por Gaitán y dos minutos más tarde ya convirtió de cabeza. Al rato, aumentó de zurda.

- Gustavo Yarroch gyarroch@clarin.com

Houston podía quedarse en calma. Ya lo había anticipado Gerardo Martino en la antesala de esta presentaci­ón ante Bolivia. Si bien el mejor jugador del planeta iba a aparecer sentado en el banco, unos cuantos minutos iba a saltar a escena. Para llenar los ojos con su magia, para volver a enanorar. Y entró. Y cautivó a todos. Y dibujó dos tantos para engordar la goleada. Y llegó a 48 en la Selección. Y quedó a 6 de Gabriel Batistuta, el máximo goleador en la historia del equipo nacional. Sí, a Lionel Messi, una vez, le alcanzó un rato para encandilar.

Sobre los 37 minutos del primer tiempo explotó el estadio BBVA Compass. Todavía ganaba Argentina 2-0. Todavía quedaban tres minutos para el tercero y unos cuantos más para ver en acción al crack mayor. Pero el público, envuelto en ansiedad, lanzó un grito tan repetido como y universal: “¡Messi, Messi!” Pero el reclamo debió esperar para encontrar la respuesta.

Leo saltó del banco a los 9 del segundo tiempo y entró a los 19 por Nicolás Gaitán. Y claro, no sólo se calzó enseguida la cinta de capitán que había usado Sergio Romero. Tardó dos minutos, apenas, para llegar al gol. Fue cuando Milton Casco lanzó el centro desde la derecha y el astro metió un cabezazo goleador. Cinco a cero. Y le imprimía su nombre así a la sinfonía que venían construyen­do el Kun Agüero, el Pocho Lavezzi y compañía frente a este endeble selecciona­do boliviano.

Pero iba a volver a convertir. Sobre los 29 minutos de esa etapa final emergió otra vez Agüero para desequilib­rar, ahora vez con una gran asistencia, y Messi entró como un fantasma de derecha a izquierda, a través de ese callejón diagonal por el que tanto brilla. Se anticipó con la derecha y definió de zurda. Seis a cero. Al rato el pibe Correa le pondría el moño a la goleada. Y una vez que se bajó el telón del 7-0, hasta un fanático saltó al campo de juego para acercarse a Messi, acaso como para atrapar ese instante sublime junto al ídolo que suele repetirse con hinchas de todos los continente­n. Un reducido grupo de hombres de seguridad le impidieron cumplir el sueño.

Eso sí, el sueño mayúsculo, el de todo Houston, se cumplió. Porque su gente se restregó las manos con los dos goles del Kun, con los dos de Lavezzi y con el de Correa. Pero se dio el gran gusto, por sobre todas las cosas, de disfrutar a la joya mayor. Que también regaló dos goles, por si hacía falta...

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Messi, ante Zenteno. Leo brilló otra vez.
JUANO TESONE Magia pura. Messi, ante Zenteno. Leo brilló otra vez.

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