San Lorenzo empató y Boca busca escaparse
Si Boca hoy vence a Banfield les sacará cuatro puntos de ventaja a los de Boedo y apenas quedarán doce en juego. El equipo de Bauza volvió a sufrir el karma de ser visitante. Esta vez, en Victoria, no se metió atrás y lo tenía controlado, pero durmió y Ri
Tigre logró el 1-1 sobre el final del partido. Boca, que sigue solo en la punta, recibe hoy a Banfield.
Las piernas pesan, el esfuerzo no es suficiente. El rival no se rinde, busca, encuentra y clava un puñal en el corazón azulgrana. Hay desazón por un paso en falso que bien podría costar un título por el que se lucha hace ocho meses. Y una gran razón: San Lorenzo tiene una deuda como visitante que le está causando el embargo de las chances de ganar el campeonato. Todo lo que ha cosechado el mejor equipo del torneo en condición de local queda en riesgo por las debilidades afuera de casa. Esta vez es la siempre hostil Victoria, donde no consigue un triunfo hace ya seis años. Y es la oportunidad perdida de recuperar el liderazgo. Con lo que eso implica a esta altura del calendario.
No son tan distintos este San Lorenzo y este Tigre. Las similitudes comienzan en sus entrenadores, que privilegian la solidez y el orden por sobre la dinámica que muchas veces lleva al desequilibrio (positivo y negativo). Sus ideas les han dado resultado tanto a Edgardo Bauza como a Gustavo Alfaro y el duelo se hace todo lo parejo que podía esperarse. Tigre muestra las armas clásicas de la receta alfarista: dos líneas de cuatro coronadas por dos delanteros picantes y peligrosos.
Con esos ingredientes, el entrenador es capaz de convencer hasta al comensal de paladar más exigente. Es tan buen administrador de recursos que basta con ver a Gon- zález Pirez, que juega de volante central y rinde como si hubiera hecho toda su carrera en la mitad de la cancha. Facundo Sánchez y Jorge Rodríguez, desde la simpleza de sus apellidos, tal vez ganen un partido solos, pero cumplen a la perfección con el rol asignado.
Con ellos y por ellos, Tigre le empieza a sacar la pelota a un San Lorenzo que tiene destellos con estupendas conexiones entre Kalinski, Villalba, Rolle y Elizari. Ilusionan esas apariciones, pero duran demasiado poco. Aún así, salvadora intervención de Torrico mediante, no hay supremacía de ningún lado. Negocio para San Lorenzo, que sabe aprovechar momentos.
Aprovechar momentos es ponerse 1-0 con ese centro perfecto de Buffarini y el gol de Cauteruccio. A su juego lo llaman a San Loren- zo, más allá de las dificultades en una defensa que como pocas veces comete errores alarmantes por desconcentraciones. Parado de contra, ahora Tigre tiene la obligación.
Alexis Castro, más vertical que Orzán, entra primero; después, con quince minutos por jugarse, va Garate a sumar peso y altura en el área aunque se resigne la claridad de Sánchez. Esa falta de nombres rutilantes Alfaro sabe suplirla con entendimiento entre sus intérpretes. Su equipo llega al empate porque siempre, aún en aquellos para los que el orden es primordial, lo que prevalece y hace diferencias es lo inesperado. Toquetean entre Rincón, González y Rodríguez, que llevan la pelota ida y vuelta de derecha a izquierda. Entrando sólo por la zona de Mas, el golpe de nocaut lo da el colombiano, al igual que el año pasado en el Nuevo Gasómetro (victoria 2-0 de Tigre). San Lorenzo hace un partido correcto dadas las circunstancias de escasez de nafta (Bauza dixit), lesiones, suspensiones y, sobre todo, comparado con otras producciones de visitante. Lo aguantaba bien, con sobriedad. Pero esta vez no alcanza.
No hay tiempo para milagros, como ante Argentinos o Boca. Aquellos paradigmas de lo que debía ser el equipo fuera de casa escasearon a lo largo del torneo. Los porcentajes de puntos ganados van del 82,05% como local al 56,41% en condición de visitante: una brecha demasiado grande. Por eso el sueño de campeonato penderá de un hilo cuanto menos hasta esta tarde, en la que todo Boedo espera que Banfield le robe puntos a Boca como lo hizo en el Bajo Flores.