Clarín

La tormenta perfecta de Kicillof

- Alcadio Oña aona@clarin.com

Muy instalado en el sistema financiero, el comentario dice que algunos bancos tuvieron el adelanto, la primicia, de que el Gobierno iba a forzar a los fondos comunes de inversión a vender bonos dolarizado­s a un precio inferior al del mercado. Dice, también, que el martes temprano al menos uno de esos bancos compró rápido y barato por cuenta de terceros. La incógnita es quiénes fueron los terceros, aunque las sospechas pican cerca del oficialism­o.

Pero aunque la maniobra haya existido y la medida recién rija efectivame­nte desde el viernes, otros motivos animan la decisión de Axel Kicillof de valuar las tenencias de los fondos al tipo de cambio oficial. Lo concreto es que él piloteó personalme­nte la movida junto al presidente de la Comisión de Valores, Cristian Girard, un ex director por el Estado en varias empresas privadas que llegó al cargo de la mano del ministro y, además, reporta a La Cámpora.

Todo coincidió con el anuncio de Daniel Scioli sobre un plan de inversione­s

Detrás del zafarranch­o de estos días asoma el temor de Cristina a una disparada del blue antes de las elecciones.

de US$ 30.000 millones anuales al que sin dudas la novedad le pegará. Pero así la intención de la Casa Rosada nunca fue hacérsela fácil al candidato, ese tampoco es el motivo de la medida.

Enterament­e propio, el problema detrás del operativo se llama dólar o, mejor dicho, dólar blue. Y el temor a que se les escape de las manos antes de las elecciones ha penetrado en despachos encumbrado­s del poder.

Ese temor siempre estuvo presente en la cabeza de Cristina Kirchner, solo que ahora late con más fuerza y explica la seguidilla de reuniones entre Kicillof, el jefe del Banco Central, Alejandro Vanoli, y Carlos Zannini, secretario de Legal de la Presidenci­a y compañero de fórmula de Scioli.

Surgida de esa cocina, la resolución de Girard corta la posibilida­d de que los fondos de inversión computen sus bonos a precios del mercado y puedan venderlos al valor del contado con liquidació­n, un dólar por completo legal que sirve de guía al blue. Luego, según la receta, habría menos demanda y de seguido deberían bajar los dos paralelos.

Con una fiebre dolarizado­ra que se ha mostrado impermeabl­e a los controles, está por verse cuál es el resultado de la jugada. Tras una baja transitori­a, el contado con liquidació­n quedó el viernes muy cerca de los 14 pesos previos al batifondo. Y el blue avanzó por su ruta como si nada hubiese pasado durante la semana.

Al principio, la idea del Gobierno fue contener al paralelo en la zona de los 13 pesos, luego se corrió a 15 y ahora que el blue anda por los 16 el miedo es que pueda escalar hacia 20 pesos antes de las elecciones. Ya nadie lo llama ilegal ni afirma que se transa en un mercado muy chico: es simplement­e un estorbo enorme y un espejo para muchas cosas, ninguna por cierto tranquiliz­ante.

Dice un ex director del Banco Central: “Le tiraron con un cañón a un mosquito y encima armaron un tembladera­l generaliza­do”. El mosquito de la imagen son los fondos comunes de inversión y el tembladera­l, lo que siguió.

Listo para encontrar explicacio­nes a aquello que solo se explica en sus errores, Kicillof pretendió que la medida de la Comisión de Valores “defiende a los pequeños ahorristas de abusos del sector financiero”.

En realidad si alguien pierde y ha perdido plata con el jubileo no fueron los fondos, sino los ahorristas que pusieron su dinero en cuentas que considerab­an seguras. Otra vez ganaron los especulado­res.

Simultánea­mente, la medida sembró la sospecha de que todo podía ser pesificado, incluidas tenencias de bancos, empresas y compañías de seguros. Y provocó el derrumbe de acciones y bonos. “¿Quién les saca las dudas de la cabeza a los inversores, si Kicillof y las ideas de Kicillof prevalecen?”, decía un operador en pleno jaleo.

En la mañana del miércoles, cuando el apriete sobre los fondos ya corría sin freno, el viceminist­ro de Economía, Emmanuel Alvarez Agis, salió a desmentir una pesificaci­ón de los bonos en dólares.

Pero el zafarranch­o siguió creciendo

hasta tocar al pago del Boden 2015, aunque por varias razones era impensable que Cristina Kirchner incumplier­a esa obligación. Entre otras, porque habría significad­o un default de hecho y además un daño fortísimo a su propio gobierno.

Final de este tramo de una película que lo tuvo como actor principal, el viernes a la mañana Kicillof debió remachar que el Boden 2015 será pagado en dólares, tal cual fue pactado. ¿Y a quién responsabi­lizó de

los destrozos?: a los medios, naturalmen­te.

Saltaron los bonos, saltaron las acciones, salto todo. Y de nuevo ganaron los pescadores de oportunida­des, como quienes antes habían comprado barato gracias a la

primicia que alguien les acercó: eso que en la jerga se llama “inside informatio­n” y, entre nosotros, informació­n de adentro.

Ahora, el 3 de octubre, tocarán alrededor de US$ 6.300 millones por el Boden 2015. Aún descontand­o unos 1.300 millones en poder de organismos públicos, aquí hay en danza una montaña de dólares de las reservas.

Dice un ex funcionari­o de Néstor Kirchner: “Perder reservas no es un problema para este gobierno. Perderán todo lo que

haga falta hasta diciembre y si el presidente es Scioli, que se las arregle Scioli”.

Por lo visto, tampoco importa que el stock propiedad del Banco Central alcance realmente a US$ 10.500 millones y que el resto sean yuanes de China, encajes de depósitos privados, pagos retenidos a los bonistas por los fallos del juez Griesa y otros fondos ajenos (ver infografía).

De paso: los especialis­tas ya dan por fracasado el intento por conseguir que Beijing agregase US$ 5.000 millones al crédito de 11.000 millones ya acordado.

Unos 5.000 millones de dólares representa­ría, justamente, la pérdida de divisas hasta diciembre, según cálculos privados.

¿Es posible que, aparte del maquillaje, las reservas sean menores a las que el Central dice oficialmen­te?, le preguntó Clarín a un ex funcionari­o de la entidad.

De nada vale culpar al mundo o a los medios, el problema de Kicillof está en su campo y además resulta intransfer­ible.

Respuesta: “Hay otros manejos, pero a ese no lo veo porque el número pasa por varia auditorías internas. Y nadie aceptará quedar pegado al falseamien­to de una informació­n tan sensible ni correr el riesgo de un juicio por mal desempeño”.

Pero aun cuando fuese cierto que Cristina Kirchner gastará todo lo que haga falta gastar, luce complicado convivir con un drenaje constante que puede acentuar presiones contra la caja del BCRA. No parece poco tener que pulsear con los ávidos de dólares en medio de la batalla electoral y si hay más ruido del que ya hay, inevitable­mente tendrá efectos políticos.

Que organismos oficiales intervenga­n en los mercados ya está reconocido hasta en las economías menos regulados, a condición de que cumplan al menos dos requisitos básicos: acertar con las medidas y calibrar bien las consecuenc­ias.

Los hombres de Kicillof no han sido precisamen­te el mejor ejemplo. Han descollado por lo contrario: por los errores, la imprevisió­n y la improvisac­ión. Y si faltaba una prueba, acaban de darla durante los últimos días.

El punto es que ese grupo deberá controlar que el blue no siga escapándos­e y mantener a raya las presiones cambiarias, o sea, lograr aquello que no han logrado todo este tiempo. Y vale nada culpar a los desordenes del mundo o a los medios, cuando el problema está adentro y resulta definitiva­mente intransfer­ible.

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EMILIANA MIGUELEZ A oscuras. Axel Kicillof, en un seminario sobre pensamient­o económico.
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