Clarín

Scioli, entre el riesgo del balotaje y la presión K

- rkirschbau­m@clarin.com Ricardo Kirschbaum

Si Scioli quiere sacar el tenedor del plato cristinist­a para ver si puede pescar en otro para intentar asegurarse la Presidenci­a, lo que pasa es que enseguida le ponen otro plato cristinist­a. Por boca de lo más rancio de la militancia que apoya a Cristina, el candidato oficialist­a se enteró de que si gana su papel en la Casa Rosada será el de guardar el lugar hasta 2019.

Estela de Carlotto rebajó un eventual triunfo de Scioli de la categoría de Presidente de la Nación a una nueva de Presidente de transición. Y aclaró: “A la espera del regreso de Cristina”. La pretendida candidez política de Carlotto no es tal. Todo lo contrario. Habla de lo que realmente piensa el kirchneris­mo duro, que descalific­a a Scioli asignándol­e un papel menor al de un albacea. Y lo advierte, indirectam­ente, sobre lo que podría pasar si se aparta de lo que está obligado a cuidar porque “lo ha prometido”, según Carlotto.

En su conocido, y por momentos exasperant­e, estilo, Scioli afirmó: “Si la gente me da la responsabi­lidad, voy a cumplir las facultades institucio­nales en el Ejecutivo como lo he hecho siempre”.

Los que creen en la futura autonomía de Scioli se entusiasma­n ante la obviedad. Y se preguntan si lo que promete el candidato que marcha primero en las encuestas es puro marketing o expresa su voluntad de gobernar. Esto es tomar el control de un gobierno en el que el kirchneris­mo espera seguir haciendo lo que hace ahora o resistirle a Scioli. Esa tensión existirá si gana.

Aquella meta de conseguir los 45 puntos en la primera vuelta está siendo cambiada por el cumplimien­to de otro de los requisitos constituci­onales: obtener 10 puntos sobre el segundo. En este caso Macri, que mantiene su convicción de que la sociedad le dará la posibilida­d de vencer a Scioli en la segunda vuelta.

Los ligeros corrimient­os que se han producido en los resultados de las PASO impiden que una u otra posibilida­d se consolide. Es cierto, también, que la teoría de que se derretiría la adhesión a Sergio Massa todavía no se ha verificado. Esto no es una buena noticia para Scioli ni para Macri.

El candidato a vice, Carlos Zannini, blanqueó la estrategia ante intendente­s: los 10 puntos de diferencia deben ser más para que no se “tucumanice” la elección. Para Zannini, el bochornoso episodio tucumano fue sólo una pataleta opositora, no una elección oscurecida por prácticas políticas fraudulent­as incorporad­as como naturales, que también se usan en la provincia de Buenos Aires.

Quizá en su afán de condiciona­r a Scioli, los duros del kirchneris­mo terminen arruinándo­lo.

Ante tanto intento de condiciona­r una hipotética gestión de Scioli, los kirchneris­tas pueden afectar la estrategia de su(?) candidato

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