Clarín

“Un genuino amor de película”

- Osvaldo Pepe opepe@clarin.com clale99@yahoo.com Claudio Vogel

Esta carta es para dar a conocer la historia de mis suegros. Una historia que merece ser conocida, porque es de esas que ya casi no existen: la historia de Mary y Francisco, un genuino amor de película. Se conocieron hace 70 años, se enamoraron, casaron, tuvieron hijos, nietos y bisnieta. Fueron 63 años de casados. Vivieron un vida feliz, siempre juntos, uno al lado del otro.

Mi suegro había nacido en el campo, en un hogar muy humilde, y desde los 8 años trabajó en las labores del tambo. Toda la familia trabajaba allí, ya que no se podía dar el lujo de no hacerlo. Era muy sencillo: la comida no alcanzaba si no trabajaban todos. Fue en ese marco que forjó su estilo de persona servicial y humilde, pero a la vez con un espíritu de hierro.

Hizo la primaria completa, hasta sexto grado y con sólo eso llegó a gerente de planta de una importante empresa siderúrgic­a, a cargo de cientos de empleados. Aún después de jubilado, con setenta y tantos, lo venían a buscar para hacer grandes obras en el interior y aún en el exterior.

María era hija de inmigrante­s malteses que se conocieron y casaron por mandato familiar. Bastante reservada y reticente para los mimos, pero con clara demostraci­ón de no poder vivir sin el amor de toda su vida. Hace unos meses ambos se conmociona­ron por la noticia de que uno de sus nietos, que vive en Australia, los venía a visitar con su esposa y su bisnieta, a la que sólo conocían por fotos a través de Internet. Los preparativ­os fueron un bienvenido alboroto en la familia. Francisco se dio el gusto de bailar el vals con su nieta y dar algunos pasitos con su bisnieta de casi dos años. María no pudo estar por una indisposic­ión transitori­a, pero en verdad en los últimos años su salud ya había empezado a decaer.

A la par, el amor de Francisco por ella crecía día a día: a pesar de sus 80 y tantos años, la cuidaba como si fuese una cajita de cristal. Y resistía las protestas de sus hijos, porque se negaba a aceptar ayuda. Ahora sabemos que Francisco peleaba por él y por ella.

Fue una pelea desigual contra el paso del tiempo, que sin embargo retrocedió más de una vez ante el amor que los unía. El no se imaginaba una vida sin ella. Y como en las historias de amor de película, donde los amados terminan unidos, a las pocas horas de la partida de Francisco, Mary lo fue a buscar para seguir juntos como toda la vida. Se lo habían prometido. Y lo cumplieron.

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