Una historia
Es un club rico en pasión, pero de bolsillos flacos, como todo club de barrio. Y sueña con el alambrado olímpico que le permitiría ahorrar buenos dineros cuando les toca jugar de local. Unos 150 chicos de 6 a 15 años juegan allí en diversas categorías.
“Si cerramos la cancha podremos jugar de local y la plata del alquiler de una cancha podrá quedar en el club para seguir en un proyecto como es el de la sede del club”, cuenta Diego Correa, el técnico que escribió la carta. “Para ello, ya tenemos un terreno cedido por Campana”, agrega. El tono del escrito emociona. Diego agradece a los que se hayan tomado el tiempo de leerla. Y en su humildad subyace la épica de preservar a los chicos de la droga y la violencia. “Son muchos los gastos que afrontamos, ya que cuando viajamos para jugar hay que contratar un colectivo, la vianda para cada jugador y en la Liga Zarateña abonamos afiliación, seguro de jugador, de espectador y arbitraje”, detalla Diego. Cuando finalicen la obra, podrán mudarse a un nuevo predio. Mientras, practican en un terreno de una ex fábrica. La fecha prevista es en octubre de 2016, pero aunque avanzó en lo estructural, el proyecto está fre
nado por falta de plata. “Hoy en día escucho hablar mucho en todos lados de la inseguridad y de lo mal que estamos como sociedad; de que cada vez son más los chicos de corta edad que consumen drogas; y de que son más los chicos que roban. Todos nos quejamos, discutimos y peleamos; solo palabras, y todo queda ahí”, agrega Correa. Para el entrenador de pibes futbolistas la clave es abandonar el individualismo y mejorar la sociedad.