Clarín

Unión se llevó de Rafaela un triunfo insólito

- RAFAELA. ESPECIAL

Si existiera un listado de los partidos más insólitos del fútbol universal, el de ayer a la tarde en Rafaela merece ocupar un lugar de privilegio. No se trata de una exageració­n; es la sensación inequívoca que ofreció un partido inexplicab­le. En síntesis: Atlético ganaba 2-0, tenía todo para golear -clarísimas situacione­s de gol incluidas- y Unión, que parecía roto y vencido, se quedó con diez. Todo eso al cabo del primer tiempo. En el segundo, el equipo de la ciudad de Santa Fe lo dio vuelta con apenas tres llegadas sucedidas en 13 minutos, entre los 22 y los 35. Para el final quedó un curioso detalle decorativo: Unión contó con un penal para liquidar la cita; pateó Claudio Riaño -la figura de la cancha- y lo atajó con notable destreza Adrián Bastía, el mediocampi­sta local que ocupaba el arco ante la expulsión del arquero Carlos De Giorgi.

¿Qué pasó?, resulta la pregunta inevitable.

Primero, Rafaela jugó un primer tiempo para el aplauso y un segundo tiempo para descender mañana mismo. En ese lapso, dominó, llegó, hizo dos goles (el primero, con una definición de Graciani, tras una asistencia de Serrano; el segundo, con un remate de Osmar Ferreyra en posición de nueve, luego de una jugada colectiva).

Segundo, Unión tuvo una contundenc­ia que envidiaría hasta el Bayern Munich de Pep Guardiola con Lewandoski en el campo de juego. Perdía y jugaba mal. Tiró dos córners e hizo dos goles (un cabezazo de Riaño y un toque de García Guerreño, en una discutida jugada por una presunta falta a De Giorgi). Dos a dos ante un Rafaela que parecía deshecho en el campo. El tercero llegó de penal (falta de Barboza a Riaño) a través del ingresado Juan Rivas. Lo imposible se hizo asombro y realidad.

El epílogo del partido encajó perfecto con el absurdo: el arquero improvisad­o le detuvo un penal al mejor de la cancha. Y justo después, Bastía -símbolo local- escuchó una ovación. Cosas de este partido...

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