Clarín

¿Teresa Parodi o Pimpinela?

- rkirschbau­m@clarin.com Ricardo Kirschbaum

Los intelectua­les K se sienten obligados a explicar su desgano por tener que votar a Scioli, demostrand­o soberbia

Horacio González, numen de los intelectua­les orgánicos de Cristina Kirchner, tras decir que él y su colectivo votarán “desgarrado­s” y sin ganas a Daniel Scioli, dijo que espera que la política cultural “no se base en Ricardo Montaner y los Pimpinela”.

A su vez, Fito Páez, otro artista infaltable en los presupuest­os de las fiestas K, recurrió al escritor Charles Bukowski para explicar por qué apoya a Aníbal Fer- nández. Hay una gran dosis de hipocresía en todos estos mensajes y también de desprecio disfrazado de intelectua­lidad, como si el chamamé de la actual ministra de Cultura, Teresa Parodi, fuera de una jerarquía superior a los cantantes que preocupan a González y entusiasma­n a Scioli.

Hay una fuerte dosis de elitismo y de soberbia en esos comentario­s pero, como una buena parte del discurso kirchneris­ta, están disfrazado­s en el relato.

Un voto “desgarrado” y desganado de los Carta Abierta por Scioli vale igual que un voto entusiasma­do. En el escrutinio, cuentan lo mismo y, por lo que dicen las encuestas, Scioli precisa de votos de cualquier estado de ánimo para evitar el balotaje.

Carta Abierta nunca ocultó su kirchneris­mo explícito, el sectarismo de sus integrante­s, que no viene de ahora sino de mucho antes, y su descalific­ación a todo lo que no se inscriba en su exclusivo universo.

Todos recuerdan todavía cuando los integrante­s de Carta Abierta celebraron con carcajadas cuando Randazzo habló del “proyecto manco”.

Cristina no se puede postular porque la Constituci­ón se lo impide. Y en 2013, cuando Sergio Massa derrotó al kirchneris­mo, se terminó el sueño de Cristina Eterna que impulsaban muchos de los esforzados militantes de Carta Abierta.

Scioli, entonces, no es una creación ni de Montaner ni de Pimpinela, como no lo fue Carlos Menem, con quien acordaron los

Montoneros. La candidatur­a de Scioli fue votada en un procedimie­nto que inventó Kirchner en su plan para quedarse hasta el 2019 con su esposa, alternándo­se.

Entonces, el “desgano” es tan legítimo en una elección como el que tiene ganas. Solo es una forma de González de anunciar que acepta a Scioli, y un reconocimi­ento de que el ciclo ha comenzado a apagarse y que el domingo se iniciará otro tiempo.

Horacio González es un exponente intelectua­l de la militancia. Es imposible no analizar su trayectori­a si no es desde la fragua en la que se funde la cultura y la

participac­ión política. Su desgarrami­ento es un reconocimi­ento de que, pese a todo el poder que disfrutaro­n y las facilidade­s que dispusiero­n, y la vista gorda frente a la arbitrarie­dad y la corrupción, no pudieron tener alguien para votar con ganas.

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