Mauricio Macri “Estamos a horas de cambiar la historia con nuestro voto”
El jefe de Gobierno reunió a 8 mil militantes en el Orfeo de Córdoba. Cerró junto a Carrió y a la cúpula de la UCR.
A Mauricio Macri y su equipo de comunicación no les gusta improvisar. Por eso, el acto de cierre de campaña ayer en el Orfeo de Córdoba, fue idéntico a los que el candidato presidencial de Cambiemos viene protagonizando desde las semanas previas a las PASO: con él en una pequeña tarima en el centro del estadio y sus dirigentes y militantes rodeándolo. Solamente cambió la escala. A las 8.20 de la noche, el jefe de Gobierno caminó 100 metros antes de subirse a la tarima y dirigirse a las cerca de 8 mil personas. Reacio hasta uno meses a los actos políticos tradicionales, el de ayer era el auditorio más grande que le tocó enfrentar desde que se inició en política en 2003. No tomó especiales recaudos, llegó en avión acompañado por su mujer Juliana Awada, apenas 30 minutos antes del inicio del acto.
Una vez en el escenario, el líder del PRO en camisa, sin saco, al igual que dirigentes que hablaron antes que él, insistió con las mismas ideas y gestos que en las últimas semanas. “Estamos acá, no porque estemos en contra de nadie, sino porque estamos a favor de nuestro futuro, porque queremos vivir mejor”, dijo.
Ya había agradecido la recepción de los militantes del PRO que llegaron desde todo el país, de los radicales y del frente Cívico de Luis Juez, que recibió algunos silbidos cuando Macri lo nombró. También se había quejado de que no lo dejaban bailar o cantar y –lo más importante– ya había hecho la primera de las alusiones a Córdoba y los cordobeses. No fue casual, la de ayer fue la sexta visita de Macri a la provincia desde el 9 de agosto. La razón es una sola: buena parte de los votos que cosechó aquí José Manuel de la Sota y que en Cambiemos apuntan a seducir. “Quiero pedirles a los cordobeses, que nos ayuden a que juntos hagamos un gran cordobazo del crecimiento, del desarrollo de la Argentina”, pidió.
En el inicio de su discurso de 18 minutos, se mostró mucho más componedor que la mayoría de los oradores que lo precedieron como sus aliados Ernesto Sanz y en especial, Elisa Carrió, que no dudó en calificar a Aníbal Fernández como “el jefe del narcotráfico en el país”. Macri, en cambio, luego de prometer “la mejor educación de América Latina, pobreza cero y dos millones de nuevos puestos de trabajos” reiteró: “A partir del 10 diciembre hay un solo equipo, el que quiere que les vaya mejor a los argentinos”. En seguida pidió el voto por última vez: “Estamos a horas de cambar la historia con nuestro voto”.
Al final, en cambio, eligió confrontar con el kirchnerismo, cuan- do enumeró las cosas que no haría si es elegido presidente. “No voy a hacer cadenas nacionales todas las semanas, no voy a inventar peleas sin sentido, ni a mentir con el INDEC o con la pobreza ni a ver el mundo como un enemigo”, prometió. Enfatizó que no retirará ayudas sociales ni cambiaría lo que se hizo bien.
Y entonces, mientras sonaba desde los altoparlantes Gilda, caían globos y papel picado, sí se dio el gusto de ensayar algunos pases de baile. Antes de Carrió y Sanz, había sido el turno de las candidatas a gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y a vicepresidenta Gabriela Michetti. Las dos –como la líder de la Coalición Cívica– llevaban camisas rojas. Ambas pronosticaron victorias en la Provincia y la Nación. En el macrismo desde hace unos días sobra el entusiasmo. Están convencidos de que habrá balotaje, aunque mantienen dudas sobre cuál será la reacción de Daniel Scioli si las cifras son apretadas.
Vamos a tener la mejor educación de América latina, pobreza cero y 2 millones de nuevos puestos de trabajos (...) No vamos a ver al mundo como enemigo”.
Mauricio Macri