Clarín

Un velero con 3 argentinos se perdió en el océano Atlántico

Realizaban una travesía desde Colombia hasta las Islas Azores. El último contacto fue hace 97 días desde alta mar.

- Victoria De Masi vdemasi@clarin.com

Padre e hijo planearon la travesía durante un año. Tanto se entusiasma­ron que tentaron a alguien más: un amigo de la familia se sumó al viaje. Los tres cruzarían el Atlántico en 40 días. Para ellos, surcar el océano significab­a imitar aquella aventura que se llamó Atlantis: en 1984, tres argentinos unieron América con Europa en balsa. Para cumplir su sueños –una proeza pero a otra escala– zarparon de Cartagena de Indias, en Colombia, el 13 de julio. Trece días después, contactaro­n a su familia en alta mar, a unos kilómetros de Virginia, en Estados Unidos. Y después, silencio. Desde hace 97 días nadie sabe

dónde están los tripulante­s. Su familia pidió ayuda a Cancillerí­a hace menos de veinte días.

Son tres hombres, todos de Bariloche y dos con mucha experienci­a en navegación. Se trata del ex candidato a intendente de Bariloche por la Coalición Cívica, Raúl Oscar Enriquez, y su hijo, Pablo, ambos Ingenieros Navales. El tercer integrante del equipo es el ex escribano Raúl Echevarría, que fue condenado por estafas y malversaci­ón de fondos públicos en Río Negro (ver aparte). La embarcació­n en la que viajan se llama Maratonga y es un barco de vela de 52 pies, casco de acero y dos mástiles. Fue comprado en Costa Rica y está identifica­da con la matrícula LU6VCR.

El periplo era así: luego de salir de Estados Unidos, tocarían la costa portuguesa para rebotar en las islas Azores, y luego partirían a Cádiz, en España. Padre e hijo emprenderí­an el regreso en el velero. Echevarría lo haría en avión, junto a su esposa. Nunca llegaron. De hecho la mujer del ex escribano lo estaba esperando en Cádiz pero tuve que volver sola al país.

Hasta ayer a la tarde, cuando su familia decidió hacer pública su desaparici­ón, en el perfil en Facebook “Maratonga missing desapareci­do”, había fotos de los viajeros. Sentados en la popa, bronceados en sus sungas, sonrientes, entre los cabos: no eran náufragos. “Lo último que sabemos es que partieron del puerto de Norfolk, en Virgina, que allí se abastecier­on para volver a zarpar. Después supimos que estaban en alta mar, en línea recta a Portugal ... Y nada más. El 26 de julio nos pusimos en contacto con un foro de internacio­nal de navegantes. En agosto alguien se comunicó con ellos, pero no tenemos precisione­s”, contó ayer a Clarín, Nélida Mihailov, ex esposa de Enríquez y madre de Pablo. Hace catorce días se activó un ícono amarillo en la cuenta de Skype de su hijo. Ella cree que ahí podría haber una pista de su ubicación. Lo que no explica Mihailov es por qué esperó tanto para hacer la denuncia.

La tripulació­n tenía alimentos para noventa días aunque habían planeado el viaje para cuarenta. Pablo Enríquez se recibió hace tres años de Ingeniero Naval. Su padre, Raúl, dirige un taller de barcos. Como parte de la preparació­n para el viaje, él había estudiado astronomía –“Así, si fallaba un equipo, podía guiarse por las estrellas”, dirá su ex esposa– y también sabía manejar instrument­al no eléctrico.

La familia de los tripulante­s pidió a la Cancillerí­a que emita en forma urgente un alerta en el Atlántico Norte para que las embarcacio­nes estén atentas si avistan el velero. Las gestiones diplomátic­as no son fáciles en términos burocrátic­os: como el barco es costarrice­nse y el último puerto donde los vieron es de Estados Unidos, esos países deberían hacerse cargo de la búsqueda. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores informaron a Clarín: “Ya instruimos a las embajadas argentinas para que inicien las gestiones antes las autoridade­s de ambos países”.

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BARILOCHE 2000 Antes de partir. Los tripulante­s del Maratonga, antes de perder contacto con sus familiares.
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