Clarín

Sagrada Familia: arranca la fase final de una basílica única

Los trabajos deben estar finalizado­s para 2026, año del centésimo aniversari­o de la muerte de Gaudí, su creador.

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La luz era el juguete de Antoni Gaudí. El arquitecto la imaginaba así: a 45 grados, mediterrán­ea, la que no rebana ni se interrumpe. Una luz que acaricia. Fue moderno, intuitivo y distinto: pocas veces bocetaba sus obras. Será por eso que ante una pieza de su creación es posible decir: “éste es un Gaudí”. Como la basílica Sagrada Familia, uno de los monumentos más visitados en Barcelona, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Aún inconclusa, ayer anunciaron que el próximo año empezará la construcci­ón de la parte superior de las torres centrales. Los arreglos terminaría­n en 2026, un siglo después de la muerte del catalán.

De las dieciocho torres que proyectó Gaudí, hay ocho construida­s: cuatro en la fachada del Nacimiento y cuatro en la fachada de la Pasión. En conferenci­a de prensa, Jordi Faulí, el arquitecto director de la obra dijo que las torres centrales podrán observarse en 2017 y que las terminarán en 2020. Los pináculos que coronarán las estructura­s están pautados para dentro de diez años.

La torre de Jesucristo será la más grande de las centrales ya que tendrá una altura de 172,5 metros. Así respetarán el deseo de Gaudí, quien no quería que su obra superase la altura de la montaña de Montjuic, ubicada a unos seis kilómetros de distancia del templo. Pero la natu- raleza no compite en cuestiones religiosas: la basílica de San Pedro en el Vaticano seguirá conservand­o la nave más alta.

Las otras cinco estructura­s que empezarán construir alcanzarán los 135 metros. Una está dedicada a María y el resto –más bajas– a los cuatro evangelist­as. “Será el croquis conjunto que Gaudí siempre tuvo en mente”, resumió Faulí, 56 años, el noveno arquitecto que asume la dirección del proyecto. El presupuest­o destinado a culminar el trabajo es de 28 millones de dólares anuales, casi todo donaciones.

Gaudí se inspiraba en la naturaleza, de la que tomaba formas geométrica­s. Su técnica combinaba arquitectu­ra y artesanía, detallismo, estilo gótico, modernismo, usaba materiales –cerámica, vidrio, hierro, madera– que no eran tenidos en cuenta en 1883, cuando se hizo cargo de la obra. La torre de Jesucristo no quedará como Gaudí quería. El la había proyectado como una caja receptora de luz para el resto de la construcci­ón y como el soporte para la estructura de la torre principal. Ahora, ahí, hay una plataforma de 60 metros que es parte del paseo turístico. Justo ahí, donde la luz se corta aunque no debería, Faulí habló con la prensa.

Gaudí no esperaba ver su obra terminada. Tampoco la muerte: el 7 de junio de 1926 lo atropelló un tranvía, el golpe lo dejó en shock, no recordaba quién era, vagabundeó. Dos días después, un policía lo llevó al hospital. Lo reconoció el capellán de la iglesia que él estaba construyen­do, a la que le dedicó los últimos doce años de su vida. Lo velaron el 10 de junio en la Sagrada Familia. Allí tiene su cripta.

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