Boca y Central, el gran choque por el título
Le dejó el penal a Lodeiro, hizo un gol y soportó golpes. El 10 llevó a Boca de la mano hasta el último capítulo de la Copa Argentina, ante Central.
Con Tevez de figura, el equipo de Arruabarrena venció a Lanús 2-0. Los de Coudet le ganaron a Racing 1-0 con gol de Ruben. La final sería el 4 de noviembre. Además, ambos se clasificaron a la Libertadores.
Carlos Tevez es el dueño de cada escena. De todas: de las que suceden a la vista de todos, en el campo de juego, televisado desde cada rincón; de las que pasan en el vestuario; de las que acontecen en cada espacio del mundo Boca. Queda una impresión: a Carlitos los dirigentes le dieron la puerta del club para que entre y haga lo que guste a su modo y manera. El es el líder. Lo volvió a demostrar ayer, en esta San Juan a la que le volvió a ofrecer un gol como contra Guaraní Antonio Franco. Fue protagonista por todo: por su presencia en la concentración, cercano a la gente, recibiendo cariño, firmando autógrafos, mostrando su sonrisa despareja y enorme ante cada selfie al paso; por su actuación, que tuvo de todo, que facilitó la victoria de Boca ante Lanús y la clasificación a otra final; por los mensajes que dio con gestos y con palabras.
Hizo un gol de esos que él había hecho costumbre en su primer ciclo en el club. Ganó de guapo, con potencia; definió con precisión, sin dudas, sin vueltas. Fue el 2-0, ese que mucho se pareció al principio del final del partido y a la certeza de la clasificación para la final de la Copa Argentina, esa que Carlitos también vino a ganar. Y se percibe hasta en los datos: convirtió goles en cada uno de los encuentros de la competición. Cuatro partidos, cuatro goles. Más allá de los apellidos de los rivales, una garantía.
Antes y después de ese grito
ofreció mensajes para todos. Primero, en el campo de juego, a los seis minutos: Penal para Boca. El venía siendo el encargado. Pero había desperdiciado los últimos dos remates. Entonces, se alejó del área y cedió su lugar. Más: cuando Nicolás Lodeiro y Jonathan Calleri se disputaban la pelota para ejecutar,
Carlitos intercedió. Dijo que pateaba el uruguayo. Y así fue. Uno a cero para Boca. Ya después del partido, explicó las razones de la decisión: “Le dejé el penal a Lodeiro porque yo no estaba preparado para hacerlo. Hay que tener grandeza”.
Luego, tras convertir su gol, lo gritó con todo el entusiasmo y brindó una señal inequívoca: se abrazó
con Agustín Orion. Fue su forma de deshacer los rumores de conflictos y/o discusiones tras la derrota frente a Racing, en Avellaneda. Esa que impidió la vuelta olímpica y que permitió que volvieran los fantasmas de presuntas internas. Sirve recordarlo: Tevez se quejó en público (y en privado) de algunas actitudes en ese partido del pasado fin de semana.
Hubo otro detalle que retrata su liderazgo: más allá de que estuvieron presentes el capitán y el
subcapitán ( Cata Díaz y Erbes, respectivamente), la cinta la lució -por primera vez- el crack criado entre los rigores de Fuerte Apache.
Durante el partido, Lanús lo invitó a ese juego que tan cómodo le resulta: el de los roces, el del contacto. Tevez nunca le escapa a esas luchas. Recibió un manotazo de Carlos Araujo y siguió, incluso sin máscara. Sin miedo, siempre. Lo buscaron por arriba y por abajo. No lo encontraron. Excepto en ese
patadón de Gustavo Gómez que le significó la expulsión al defensor. Tevez voló. Luego siguió.
De fondo, una canción de tribuna contaba las sensaciones de todos: “Que de la mano de Carlos Tevez /
todos la vuelta vamos a dar”. El es la cara, la figura, el emblema. Es también el que decide: la pretemporada se realizará en Cardales tal como él propuso. Está en todos los
detalles. Como si no le alcanzara con lo que ofrece en la cancha, se brinda también en otros territorios. Y en cada momento. Hasta se mostró con otro mensaje -vía Twitter- tras la victoria: “Muestra de unidad y humildad!!! Ese Boca que todos queremos”. Acompañaba una foto del plantel feliz. Queda una impresión: en el Boca de hoy Tevez es omnipresente.