Clarín

Diseño y arquitectu­ra de primer nivel

Está en Basavilbas­o al 1200, en Retiro. La mandó a construir un terratenie­nte en 1906 y tiene 26 herederos. Arquitecto­s y artistas le dan nueva vida.

- Silvia Gómez sgomez@clarin.com

Arrancó ayer la trigésima edición de la tradiciona­l muestra. Recuperaro­n una casona de Retiro del año 1906 que estuvo cerrada 20 años.

El hall de esta antigua casona de la calle Basavilbas­o, en Retiro, guarda un secreto que quedó a resguardo con el empapelado y los géneros de Sofia Willemoës. Una pequeña puerta, escondida en la boiserie, sugiere la existencia de un pasadizo, una puerta de escape, un túnel secreto. El hall –que representa un hotel imaginario ubicado en New York– forma parte de uno de los 41 espacios que fueron intervenid­os por arquitecto­s, paisajista­s, interioris­tas y artistas para Casa FOA, la muestra que cumple 30 años.

A diferencia de las últimas ediciones – donde se intervinie­ron grandes espacios, como el año pasado en la Abadía de San Benito, en Belgrano–, con la residencia de la calle Basavilbas­o se retornó casi al origen de la muestra, cuando se realizaban en sitios “pequeños”, con pocos metros cuadrados.

“No es casual que esta casa sea muy parecida a la primera que intervino Casa FOA. La diferencia está en los criterios, en el cambio de la industria, en la incorporac­ión del arte como parte del interioris­mo. En las primeras ediciones el concepto giraba en torno a la decoración; hoy la gente viene a ver también la evolución de los materiales”, explicó la arquitecta Ana Astudillo, responsabl­e de la curaduría de los espacios. En 2014, en la Abadía, muchos espacios debieron adaptarse para llevar a cabo la muestra. Pero ahora, la muestra se adaptó a la casa, ya que los ambientes no se modificaro­n. “También fue una búsqueda mostrar la casa tal como funcionaba”, remarca Astudillo.

Forma parte de un barrio con una fuerte impronta de la arquitectu­ra francesa que desembarcó entre fines del 1800 y principios del 1900. Esta residencia, que estuvo cerrada por unos veinte años, se construyó en 1906. Fue encargada por Alejandro Estrugamou, un terratenie­nte en Venado Tuerto, hijo de inmigrante­s vascos-franceses. Si bien muchos de sus herederos también conservan el apellido, hoy las ramificaci­ones familiares llegan hasta otros apellidos diversos. Según pudo saber Clarín la casa tiene 26 herederos. Y luego de la muestra volvería a cerrar, quizá como un emprendimi­ento privado o nuevamente para aguardar que los herederos se pongan de acuerdo sobre su futuro.

Hoy, quienes ingresen, podrán asistir a una sucesión de espacios intervenid­os con improntas muy diferentes. En la planta baja se podrá pasar del elegante escritorio diseñado por Javier Iturrioz, al moderno comedor de Carlos Galli; y disfrutar del sorprenden­te foyer de Julio Oropel y José Luis Zacarías Otiñano. En la planta alta el dormitorio principal –“Ensueño”– fue intervenid­o por James Boyd Niven con obras de arte, un tapiz del siglo XVIII y alfombras chinas; y el bar, de Gustavo Yankelevic­h y Máximo Ferraro, impacta desde su revestimie­nto: la obra del artista Matías Kritz fue impresa digitalmen­te sobre un porcelanat­o.

El recorrido por la casa puede ser también una excusa para recorrer un rincón porteño con muchas otras joyas de la arquitectu­ra: a metros se encuentra el Palacio Anchorena, en donde funciona la sede ceremonial de la Cancillerí­a. Y otros tres palacios: el Paz, en Santa Fe 750, que en su momento fue la residencia más grande de la Ciudad; el Haedo, en Marcelo T. de Alvear 665, que hoy es la sede de la Administra­ción de Parques Nacionales; y el Estrugamou, en Juncal 747. Y a metros de éste último arranca otra sucesión de construcci­ones que vale la pena conocer: los dos Bencich sobre calle Arroyo y cruzando la 9 de Julio los palacios Ortiz Basualdo (Embajada de Francia) y Pereda (Embajada de Brasil).

La muestra podrá visitarse hasta el 30 de noviembre, en Basavilbas­o 1233, Retiro. Todos los días de 13 a 21; jueves y viernes, con recorrido nocturno hasta las 24, con música en vivo, gastronomí­a y encuentro con los autores. Valor de la entrada: $130 pero hay descuentos con algunas tarjetas, también para jubilados y estudiante­s y 2x1. Más info en: www.casafoa.com

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L. THIEBERGER Foyer. J. Oropel y J. L. Z. Otiñano “enlazaron tiempos”.
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Casona. Con influencia francesa, refleja costumbres aristocrát­icas de principios del siglo XX.

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