Clarín

Amanece, que no es poco

- rroa@clarin.com Ricardo Roa

Llegamos, que no es poco. Se hizo largo, que tampoco es poco. Pero aquí están, estas son, las elecciones más esperadas y más pensadas de las últimas décadas. Iremos a las urnas más confiados en nuestra intuición que en el enamoramie­nto por algún candidato.

Lo que tenemos, lo que se nos ofrece en el mercado es lo que resulta de doce años de hegemonía kirchneris­ta. Hasta Carta Abierta reconoce el desgarro que le provoca esta situación.

Todos hemos sido testigos de la pobreza de proyectos, de la ausencia de debates, de la superficia­lidad de las estrategia­s publicitar­ias y del oficio mudo al que jugaron algunos candidatos por esas estrategia­s publicitar­ias. También hemos sido testigos del clientelis­mo y hasta del fraude.

El legado del kirchneris­mo mete miedo. La familia gobernante con su corte de amanuenses ha empobrecid­o a la sociedad política en términos exactament­e inversos a su enriquecim­iento patrimonia­l. En eso no tienen rival.

Los encuestado­res auguran un domingo emocionant­e. Unos, los de Scioli, lo ven ganador por muy poco en primera vuelta. Otros, los de Macri, lo ven metido por muy poco en segunda vuelta. De qué lado está la razón puede depender de centésimas.

Todo bajo un sistema electoral irracional que no garantiza transparen­cia ni evita el error humano y que favorece al oficialism­o. Hay boletas de hasta un metro: si se quiere mezclar candidatos, no hay otra que llevar tijeras al cuarto oscuro.

Buenos Aires sigue siendo la que decide. Hay tres elecciones en una: presidente, gobernador e intendente­s. Para ganar ya, Scioli debe sacar en la Provincia más votos que en las PASO y Macri quedarse quieto en los que sacó. Y Macri para ir al balotaje debe retener los votos de Cambiemos y/o robarle votos a Massa.

Ambas cosas son difíciles. Aníbal le resta a Scioli y María Eugenia le suma a Macri. Para ganar Vidal necesita que un 5% de los votantes de Scioli y/o de Massa voten por ella. Algo más difícil todavía.

El corte de boletas está mucho más a mano de los intendente­s. Cómo será el temor por el resultado, que el hermano de crianza de Wado de Pedro reparte la suya con la

de Macri en Mercedes (ver pág.8). Mañana nuestro voto puede hacer la diferencia. Premiar o castigar al Gobierno. Vale y mucho. En cualquier alternativ­a, junto a los Kirchner se va la confrontac­ión. Vamos a tener más respeto por el que piensa diferente y menos persecució­n.

No es poco para respirar un aire mejor. Pero además de cambiar el clima, esperemos que los que vengan quieran y puedan resolver la herencia. Desterrar las mentiras del relato y desterrar la corrupción.

En la elección más esperada y más pensada, Scioli reza porque Aníbal no lo baje y Macri porque Vidal lo suba.

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