Amanece, que no es poco
Llegamos, que no es poco. Se hizo largo, que tampoco es poco. Pero aquí están, estas son, las elecciones más esperadas y más pensadas de las últimas décadas. Iremos a las urnas más confiados en nuestra intuición que en el enamoramiento por algún candidato.
Lo que tenemos, lo que se nos ofrece en el mercado es lo que resulta de doce años de hegemonía kirchnerista. Hasta Carta Abierta reconoce el desgarro que le provoca esta situación.
Todos hemos sido testigos de la pobreza de proyectos, de la ausencia de debates, de la superficialidad de las estrategias publicitarias y del oficio mudo al que jugaron algunos candidatos por esas estrategias publicitarias. También hemos sido testigos del clientelismo y hasta del fraude.
El legado del kirchnerismo mete miedo. La familia gobernante con su corte de amanuenses ha empobrecido a la sociedad política en términos exactamente inversos a su enriquecimiento patrimonial. En eso no tienen rival.
Los encuestadores auguran un domingo emocionante. Unos, los de Scioli, lo ven ganador por muy poco en primera vuelta. Otros, los de Macri, lo ven metido por muy poco en segunda vuelta. De qué lado está la razón puede depender de centésimas.
Todo bajo un sistema electoral irracional que no garantiza transparencia ni evita el error humano y que favorece al oficialismo. Hay boletas de hasta un metro: si se quiere mezclar candidatos, no hay otra que llevar tijeras al cuarto oscuro.
Buenos Aires sigue siendo la que decide. Hay tres elecciones en una: presidente, gobernador e intendentes. Para ganar ya, Scioli debe sacar en la Provincia más votos que en las PASO y Macri quedarse quieto en los que sacó. Y Macri para ir al balotaje debe retener los votos de Cambiemos y/o robarle votos a Massa.
Ambas cosas son difíciles. Aníbal le resta a Scioli y María Eugenia le suma a Macri. Para ganar Vidal necesita que un 5% de los votantes de Scioli y/o de Massa voten por ella. Algo más difícil todavía.
El corte de boletas está mucho más a mano de los intendentes. Cómo será el temor por el resultado, que el hermano de crianza de Wado de Pedro reparte la suya con la
de Macri en Mercedes (ver pág.8). Mañana nuestro voto puede hacer la diferencia. Premiar o castigar al Gobierno. Vale y mucho. En cualquier alternativa, junto a los Kirchner se va la confrontación. Vamos a tener más respeto por el que piensa diferente y menos persecución.
No es poco para respirar un aire mejor. Pero además de cambiar el clima, esperemos que los que vengan quieran y puedan resolver la herencia. Desterrar las mentiras del relato y desterrar la corrupción.
En la elección más esperada y más pensada, Scioli reza porque Aníbal no lo baje y Macri porque Vidal lo suba.