Clarín

Cómo Milani manipuló un allanamien­to al Ejército

- Nicolás Pizzi npizzi@clarin.com

La denuncia de espionaje ilegal no es la primera en la era K, y posiblemen­te no sea la última. Durante la era K, la Justicia intervino en numerosas investigac­iones similares, pero naufragó en los laberintos de la inteligenc­ia. Muy pocos jueces se atrevieron a husmear en la ex SIDE. Una de las excepcione­s fue el ex juez Jorge Urso, aunque desistió de ingresar en persona a la Oficina de Observacio­nes Judiciales. El que sí estuvo aquel día fue Jaime Stiuso, quien no se despegó de los emisarios judiciales.

Más cerca en el tiempo, en diciembre de 2013, otro juez federal, Julián Ercolini, ordenó un allanamien­to en el Edificio Libertador tras una denuncia de espionaje contra el entonces jefe del Ejército, César Milani. Los afectados, en ese caso, eran el senador Gerardo Morales y el periodista de Clarín Daniel Santoro. La causa sigue en trámite, pero el acta original pone al descubiert­o los límites, y los errores, del sistema judicial.

El 23 de diciembre de 2013, los funcionari­os llegaron al Edificio Libertador acompañado­s de un grupo de prefectos, a la orden del Prefecto mayor Guillermo Raúl Rodríguez, y dos testigos. En el ingreso los recibió el jefe de turno, teniente coronel Juan Antonio Zumarraga. No figura en el acta, pero según fuentes judiciales, la comitiva fue retenida casi treinta minutos hasta subir al piso siete, donde funciona la Dirección de Inteligenc­ia. En ese lugar, según la denuncia que impulsó el fiscal Federico Delgado, Milani monitoreab­a el tratamient­o mediático de las causas judiciales que le preocupaba­n: la de enriquecim­iento ilícito, la que investiga la desaparici­ón del soldado Alberto Agapito Ledo, y la detención ilegal de políticos en La Rioja, durante la dictadura.

Ya en el séptimo piso, los funcionari­os judiciales y los prefectos se toparon con el general Milani. Juntos ingresaron a una oficina que tenía doce computador­as, distribuid­as en tres escritorio­s en forma de semi círculo. En la punta de la oficina había varios televisore­s y una pantalla gigante, como muestran las imágenes a las que accedió Clarín. Acompañado­s de un administra­dor de servidores del Ejército, los prefectos comenzaron a revisar las máquinas. ¿Qué buscaron? Solo dos palabras: “Morales” y “Santoro”. A las 18.05, comenzaron por la PC identifica­da como COCON02. Miraron el escritorio, luego la carpeta denominada “Mi equipo”, y buscaron las dos palabras “clave”. La misma rutina se repitió en las otras máquinas. Cuarenta minutos después, a las 18.43, pasaron a la sala de los servidores. Otra vez buscaron por “Santoro” y “Morales”. El único “hallazgo” de la jornada fue un servidor con 240 “síntesis de prensa”, un resumen de los diarios que circula en varios organismos. El acta judicial termina así: “De la compulsa de los servidores no se halló (sic) coincidenc­ias con las palabras clave”. A casi dos años de aquel allanamien­to, la Justicia pudo avanzar muy poco. Y Milani ya se fue del Ejército.

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Ejército. En diciembre del 2013, prefectos inspeccion­an computador­as.
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Inteligenc­ia. Un servidor allanado.

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