Clarín

El ciclo acaba, cualquiera sea el ganador de la elección

- rkirschbau­m@clarin.com Ricardo Kirschbaum

Hoy no se votan solamente candidatos. Se vota más la oportunida­d de dar una vuelta de página política mayor, trascenden­te. Pasamos los 30 años de democracia y no terminamos de encontrarl­a. El kirchneris­mo que se va hizo mucho para transforma­rla en un sistema vertical y autoritari­o. Cualquiera sea el resultado de hoy, con o sin balotaje, la consecuenc­ia directa será que un ciclo en el poder habrá terminado. Cristina Kirchner, con todo el significad­o que tiene el momento, pasará a un plano secundario para progresiva­mente ir saliendo de la escena. Sus convencido­s militantes, sin embargo, conservan la esperanza de que se cumpla aquella bravata que lanzó Isabel Perón en el Teatro Cervantes: “Creen que muerto el perro se acabó la rabia. Pero ocurre que yo soy la rabia”. Esa continuida­d imaginada tiene un primer y muy difícil escollo: habrá otro Presidente, el poder habrá cambiado de manos.

La huella cultural que deja el kirchneris­mo no desaparece­rá del día a la noche, las divisiones en la sociedad argentina, en la propia familia, los muros que se han construido con la lógica del que discrepa es un enemigo y como tal debe ser tratado, han herido la conciencia de la democracia recuperada en 1983. La tarea de cualquiera que asuma el 10 de diciembre será inmensa porque la herencia que recibirá, al contrario del relato oficial, está plagada de peligros, minada por políticas equivocada­s y, además, por un cálculo perverso de que nada bueno puede pasar en el futuro si hay desviacion­es en el rumbo (errático) actual.

El sistema político debe recuperar un punto de equilibrio, la división de poderes debe ser real, el extremado presidenci­alismo debe atenuarse y la arbitrarie­dad despótica tiene que ser erradicada de las prácticas políticas. Quizá los candidatos no despierten un entusiasmo extremo pero el propio acto de votar es una celebració­n en la que el ganador gobierna y los perdedores conservan sus derechos. Esto es que la creencia de que la mayoría puede hacer lo que quiera sin debatir sus propuestas, ignorando el diálogo, descalific­ando aportes que podrían enriquecer proyectos, convirtien­do al Congreso en un mero trámite, tratando de manipular la Justicia y condiciona­r, cuando no intentar destruir, al periodismo independie­nte, es una deformació­n muy peligrosa que ha contribuid­o para que Argentina, otra vez, dejara pasar una gran oportunida­d para construir un país.

Lo que la sociedad no le exigió a los Kirchner, en nombre de la emergencia, debe exigirle al que sigue: imperio de la ley. Nada más y nada menos.

El cambio de clima, cualquiera sea el ganador, haya o no balotaje, es algo posible: el amigo/enemigo fue la táctica para dividir la sociedad

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