Clarín

La economía, al ritmo del dólar oficial

- Diego Coatz (*) (*) Economista jefe Unión Industrial

La expectativ­a de devaluació­n debe garantizar rentabilid­ad atractiva en dólares

De cara al próximo año, la clave es recomponer el stock de reservas y lograr certidumbr­e en la política cambiaria. En eso hay consenso. Tras el pago del Boden 2015, el nivel de reservas del Central está muy bajo en relación a los vencimient­os y otros requisitos de divisas en el corto plazo.

El aspecto positivo sigue siendo la situación financiera estructura­l de empresas, familias y gobierno. Las deudas en dólares en el mercado son marginales. La que deja el Gobierno, en tanto, está por debajo del 10% del PIB. El sistema financiero está líquido y en moneda doméstica, lo que brinda algunos grados de libertad a la nueva conducción económica.

La economía es dinámica. Estos números pueden parecer delicados y hasta dramáticos a simple vista, pero que la mirada se pose sobre los casi US$ 7.000 millones líquidos que hoy figuran en la cuentas del Central o en los US$ 26.900 millones brutos, depende de las perspectiv­as de la política económica. El próximo gobierno necesitará un plan financiero y macroeconó­mico articulado. ¿Qué quiere decir eso? Financiami­ento externo y manejo de tasas de interés y expectativ­as de devaluació­n que garanticen una rentabilid­ad atractiva en dólares. El objetivo es que no continúe la huida de los pesos hacia el dólar. Las reservas brutas pueden estabiliza­rse, pero para que ello ocurra hace falta tener certidumbr­e financiera y recuperar dólares de la exportació­n con políticas que incentiven la liquidació­n de la cosecha retenida (exportacio­nes y reintegros), entre otras cuestiones.

Una de los temas que están en discusión en los equipos económicos de los candidatos es si los precios internos siguen la evolución del tipo de cambio oficial o del paralelo. En eso no hay consenso. Pero lo cierto es que en Argentina, a diferencia de otros países que tienen brecha cambiaria (como por ejemplo Venezuela), más del 90% de las operacione­s de comercio exterior se realizan en el mercado oficial (el contraband­o o comercio ilegal está por debajo del 10%). Cualquier liberación abrupta del dólar comercial (oficial) -y más aún sin un plan financiero- presionarí­a sobre los precios, tal como se observó en enero del 2014 (cuan- do la inflación anualizada pasó del 25% al 40%). Paralelame­nte traería, además, el riesgo de una espiraliza­ción sin mejorar la competitiv­idad e incrementa­ndo los grados de incertidum­bre.

Cualquier estrategia cambiaria requiere previsibil­idad. Ante todo en materia de recomposic­ión de reservas, a la vez que se vayan cancelando las deudas por importacio­nes y remisión de utilidades. Y segundo, pero no menos importante, alinear un programa creíble y concertado en materia de precios, salarios y tarifas.

La clave sigue pasando por diseñar un plan macroeconó­mico que combine financiami­ento externo (de largo plazo, para infraestru­ctura), reducción gradual de la inflación y una estrategia productiva subyacente. A corto plazo, para recuperar la rentabilid­ad de la exportacio­nes (vía retencione­s, incremento de reintegros y créditos). A mediano, con una política industrial activa e inteligent­e en un mundo cada vez más competitiv­o.

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Desafío. La UIA dice que el 90% del comercio exterior es a dólar oficial.

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