Clarín

Las reservas, al borde del nocaut

- aona@clarin.com

Perturba hablar de US$ 17.180 millones en un país que pena por la escasez de dólares, porque es como hablar del 64% de las reservas brutas, maquillada­s a fondo en el Banco Central. El número acaba de ser sacado a luz por la AFIP, en un informe inusual que deja mucha tela para cortar.

De un lado hay casi US$ 13.000 millones retenidos por productore­s y exportador­es de granos. Del otro, cerca de 4.186 millones gastados con tarjetas de crédito y de débito en el exterior entre enero y septiembre.

Y si se trata de sumar, también pueden sumarse a este boletín los US$ 6.000 millones acumulados desde comienzos de año por la compra de dólar ahorro y 450 millones, módicos en la comparació­n, del dólar turista.

Así, de número en número la escalera llega a US$ 23.630 millones. Roza las reservas brutas y supera en diecisiete veces a las netas, o sea, aquellas que surgen de restar los yuanes de China, los depósitos en dólares, los pagos a los bonistas parados por el juez Griesa y otros recursos que el BCRA tiene de prestado.

Casi ni hace falta decir, porque se sabe de sobra, que detrás de semejante cuadro asoma el retraso cambiario y su variante, el dólar barato. Si se prefiere, la muy costosa y muy pobre política de asignarle al dólar el papel de ancla antiinflac­ionaria y de freno al blue.

Los exportador­es retienen descontand­o que, aún mezclada con otras medidas, el próximo gobierno no tendrá más alternativ­a que devaluar frente a una situación insostenib­le por donde se la mire. Y el resto, mayoría de clase media, gasta afuera o compra adentro para aprovechar la oportunida­d, antes del ajuste.

Evidente, el resultado da cuanto menos dos veces negativo. Porque el Gobierno pierde divisas del comercio exterior cuando anda con las reservas por el piso y, encima, malvende lo que no tiene.

Todos son datos crudos de la AFIP, ninguna estimación, así no dependa de la AFIP lo que cada cual y a su medida haga en este juego.

El plan de Axel Kicillof contemplab­a que un triunfo de Daniel Scioli en la primera vuelta iba crear el terreno propicio para pegarle un hachazo a la compra de dólar ahorro. Esa alternativ­a, que apuntaba a preservar reservas, ya fue y sólo quedó el modesto recurso de apretar sobre las operacione­s de las agencias de viaje y las compañías aéreas.

Solo una emergencia haría que Kicillof retome la idea del hachazo después del próximo 22 de noviembre.

Es que, gane Scioli o gane Macri, difícilmen­te Cristina Kirchner aceptaría pagar el costo político de ser ella quien detenga ese jubileo, justo ella, que no ha revelado ser generosa con sus adversario­s. Luego, las cosas seguirán igual y a la cuenta de las reservas.

Tampoco ocurrirá nada con las exportacio­nes retenidas. Según los datos de la AFIP, son 7,2 millones de dólares por la soja; 3,5 millones por el maíz y 2,2 millones por el trigo o 50 millones de toneladas.

Pero saber que ahí existe una caja de casi US$ 13.000 millones representa un filón enorme para el próximo gobierno, que entrará prisionero de la escasez de divisas.

Un ajuste cambiario, de la magnitud que sea, combinado con una baja de las retencione­s a la soja –en alrededor de 10 puntos– y la eliminació­n de las que hay para maíz y trigo, son las herramient­as imaginadas por los dos candidatos para capturar semejante montaña de dólares. El que triunfe irá por ellos apenas ponga un pie en la Casa Rosada, quizás con un bono que acelere el trámite.

Obviamente, los exportador­es ya no tendrán el mismo dólar sino uno bastante mayor: el que surja del mix entre el nuevo tipo de cambio y las bajas a las retencione­s. Ni tendrán motivos para mantener retenido un volumen de divisas tan grande.

Los agrodólare­s, sumados al financiami­ento rápido que ya gestionan ante el Banco Mundial, el BID y el Banco de Desarrollo de América Latina, le permitirá al próximo gobierno contar de arranque con un stock de reservas puras que respalde sus primeras decisiones. Y será imperioso por un motivo tan simple como conocido entre los especialis­tas: el kirchneris­mo dejará la caja del BCRA poco menos que agotada o debajo de cero, si se le quita las manos de maquillaje que está dándole el tándem Kicillof-Vanoli.

También lo será porque las puertas de acceso al crédito privado internacio­nal seguirán cerradas mientras no haya un

acuerdo con los fondos buitre. Y aun cuando existen contactos, las negociacio­nes llevarán tiempo, incluida la necesidad de limpiar obstáculos legales en la Corte de Nueva York y aquí, con dos leyes que bloquean cualquier arreglo.

Ya transforma­das definitiva­mente en variable de ajuste de un tinglado cada vez más endeble, las reservas sobreviven a

duras penas.

El Central vende a un promedio cercano a los 90 millones de dólares diarios, pero siempre aparece alguna mano que las sostiene: en estos días, probableme­nte un crédito de corto plazo del Banco de Francia por cerca de US$ 1.000 millones, que figura dentro del stock aunque no puede ser gastado.

Algo semejante pasa con los US$ 11.000 millones en yuanes chinos. Están depositado­s en el Banco Popular de China y sólo podrían ser convertido­s a dólares y usados si el señor Zhou, el presidente de la institució­n, lo autoriza. Difícil, porque Zhou es un hombre muy cuidadoso y porque Vanoli ya fracasó en el intento: el milagro costaría, de todos modos, una tasa del 8% anual.

En esa carrera por juntar lo que sea y como sea, Kicillof busca que el Banco Mundial y el BID adelanten parte de préstamos que, en realidad, ambos organismos tienen previsto desembolsa­r a partir del año próximo. La gestión se hizo y el resultado también suena dudoso.

Mucho más concreto, mañana tocará pagar US$ 250 millones por el Bonar 24 y eso saldrá limpio del BCRA. ¿Festejará Cristina Kirchner que el país honre sus deudas, como festejó los US$ 5.900 millones del Boden 2015?

Medido en reservas, solo entre septiembre y lo que va de noviembre pelear contra el blue y otros mercados paralelos y pagar deudas se ha comido US$ 6.800 millones. Está claro que si no fuese por eso, el ilegal y los legales habrían corrido más rápido: aún así, 15 pesos no es poco.

Pero eso mismo puede ser visto otra manera. Las ventas de dólar ahorro de un solo

día han llegado a igualar las divisas que el Central les entrega durante un mes entero a todas las terminales automotric­es, para importar bienes y partes imprescind­ibles. Generaliza­do, el método a veces sacude algo tan sensible como la salud.

Resulta complicado encontrarl­e la lógica a una política que sacrifica producción industrial y le pone tarjeta roja al eslogan propio de la reindustri­alización. En verdad no resulta difícil encontrarl­e la lógica: di

rectamente no tiene ninguna.

Es sin más vueltas lo que provee el ministro, próximamen­te legislador, que aspira a presidir la Comisión de Presupuest­o de la Cámara de Diputados y desde allí, o desde donde sea, dictarle cátedra de economía al resto. Harán fila para hablarle de las reservas, del atraso cambiario, de la catarata de subsidios, del estado en que quedó el Banco Central y de unas cuantas cosas más.

El Central no tiene respiro. Solo desde septiembre, ha perdido reservas por 6.800 millones de dólares. Cuesta encontrarl­e la lógica a ciertas cosas de Kicillof. Y cuesta porque directamen­te no tienen ninguna lógica.

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