Los líderes de China y Taiwán se dan la mano tras 66 años de conflicto
Fue la primera cita de los presidentes de ambos países desde el fin de la guerra civil, en 1949. No se firmaron acuerdos.
Un sobrio y extenso apretón de manos entre el presidente de China, Xi Jinping, y el de Taiwán, Ma Ying-jeou, puso cierre ayer a más de seis décadas de distanciamiento entre ambas naciones, tras una reunión histórica en Singapur, país neutral y “amigo” de ambos.
“Somos familia, y la sangre es más espesa que el agua”, dijo, metafórico, Xi en el comienzo de la histórica cumbre, que abrió una nueva página en las relaciones bilaterales. De ese modo hizo alusión a la cultura común y a la historia de China y Taiwán, separadas por el estrecho de Formosa y por 66 años de conflicto.
“El desarrollo de las relaciones entre las dos orillas del estrecho durante los últimos 66 años demuestra que sean cuales sean las dificultades que nuestros compatriotas han debido afrontar de ambos lados, y sea cual sea la duración de nuestra separación, ninguna fuerza puede separarnos”, declaró el líder chino. A su vez, el presidente taiwanés pidió respeto mutuo después de décadas de hostilidades.
Fue el primer encuentro entre dirigentes de ambos regímenes rivales desde el final de la guerra civil y la fundación por Mao Tse Tung de la China Popular comunista en 1949, cuando los nacionalistas del Kuomintang, el partido al que pertenece el actual presidente Ma, se refugiaron en Taiwán.
Tras la cumbre, de cariz fundamentalmente simbólico ya que ninguna de las partes acepta reconocer la legitimidad de la otra, no se anunció ningún acuerdo.
Ninguno de los dos mandatarios se dirigió al otro con el término de “presidente”, pues eso habría significado reconocer su legimitidad. En cambio, se trataron de “señor”.
En una conferencia de prensa posterior al encuentro, en un hotel de lujo, Ma Ying-jeou explicó su propuesta de cinco puntos para mejorar las relaciones y dijo haberle planteado a Xi el problema de los misiles chinos –centenares según expertos– que apuntan a Taiwán. También dijo que propuso estable- cer un teléfono rojo entre ambas partes, y que su homólogo chino –que no hizo declaraciones tras la reunión– respondió favorablemente a la demanda. Ma manifestó además su esperanza de que esta cumbre sea un nuevo paso hacia la normalización de las relaciones que él mismo ha promovido desde su llegada al poder en 2008.
Beijing considera Taiwán como parte de su territorio que debe ser reunificado, incluso por la fuerza si es necesario. Taipei, en tanto, ha forjado una identidad propia desde la proclamación de la República Popular China.
Este acercamiento no disipó la desconfianza, especialmente del lado taiwanés. En el aeropuerto de Taipei hubo protestas antes del viaje del presidente ayer. Los manifestantes gritaron consignas calificando a Xi Jinping de “dictador chino” y a Ma de “traidor”.
La líder de la principal fuerza de la oposición, el Partido Democrático Progresista Tsai Ing-wen, no escondió su disgusto por el comportamiento del presidente. “Esperábamos que hablara de la democracia de Taiwán, de la libertad y de la existencia de la República de China”, declaró Tsai, a quien todas las encuestas la ubican como la favorita para las elecciones presidenciales de enero en Taiwán.
Washington expresó su satisfacción por el histórico encuentro. “Estados Unidos tiene un profundo y permanente interés en la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán, y animamos a ambas partes a avanzar hacia la construcción de lazos, a reducir tensiones y promover la estabilidad sobre la base de la dignidad y el respeto”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, John Kirby.