La solidaridad es una forma de la religión
Esta solidaridad recién descubierta corre a través de las divisiones entre cristianos católicos, protestantes y ortodoxos
El mundo aparece separado hoy por distintas doctrinas. Sin embargo, los múltiples gestos solidarios funcionan como nueva amalgama.
Aprincipios de septiembre, el mundo vio la foto de Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años de edad que fue encontrado ahogado en una playa de Bodrum, Turquía.
En una conferencia de prensa celebrada ese mismo mes en la Riviera italiana, el periodista Mario Calabresi observó que una sola fotografía no explica una conversión global instantánea. Pero, agregó, por lo general se llega a un momento crítico después de que se han acumulado tensiones e inquietudes con el paso del tiempo. En esos momentos, una simple imagen puede provocar una transformación profunda.
En el caso del joven Aylan, sospecho que el sentimiento de solidaridad estaba latente.
Veamos esto como una nueva religiosidad. Hoy en día, las religiones tradicionales están en crisis y suelen entrar en conflicto entre sí. Pero esta
solidaridad recién descubierta corre a través de las divisiones entre cristianos católicos, protestantes y ortodoxos. Incluso podría zanjar la división entre cristianos y musulmanes. El papa Francisco se ha convertido en intérprete de esta nueva religiosidad exhortando a cada parroquia, comunidad religiosa y monasterio a dar ayuda y abrigo al menos a una familia de refugiados.
Por años, la gente se ha preocupado por la desaparición de los centros educativos tradicionales para los jóvenes, ya sean manejados por la Iglesia o por diferentes partidos políticos, y de la solidaridad social que éstos aportaban. Pero poco a poco se ha ido cultivando una sensibilidad similar, aun sin tales centros.
En Italia vimos los primeros indicios de esta camaradería cuando Florencia fue afectada por las inundaciones en 1966 y cientos de jóvenes de todo el país -y de todo el mundo- acudieron a la ciudad para rescatar libros del lodo en la Biblioteca Nacional. Recientemente hemos visto evidencias de este fenómeno en Médicos sin Fronteras, voluntarios que han ido al África y en los cientos de estudiantes que trabajan sin salario en diversos festivales culturales.
¿Está destinada a durar esta solidaridad? No lo
sé. En términos de su poder y de su ámbito, ¿será
capaz de superar las oleadas de xenofobia que están recorriendo toda Europa? Quizá deberíamos recordar que las primeras comunidades cristianas eran diminutas en comparación con el paganismo dominante que las rodeaba.
Esta nueva religión de solidaridad sin duda tendrá sus mártires y sabemos que hay gente dispuesta a derramar sangre para sofocarla.