Una historia
Luisa confiesa que ya no espera un mejor regalo para ella de parte de la vida. Dice que ya ha recibido la bendición de ser mamá de sus “tres soles”, Valeria, Maxi y Nicolás, señala en su carta esta mujer que no sólo la abriga el propio y natural amor hacia sus hijos. Lo que siente por ellos es, además, “un profundo orgullo por lo que han hecho con sus vidas”. Y lo cuenta a los cuatro vientos.
Por eso los quiso sorprender con una carta a Clarín, con foto y todo. “Alguna vez escribí sobre ellos, hoy quiero que los lectores los vean y sepan más sobre sus historias. Fueron a la facultad y trabajaban, a veces sólo comiendo un yogur en el camino. Hoy son personas de bien. Valeria es abogada, Maxi un técnico maravilloso y el más chico, Nicolás, trabaja y aún sigue estudiando”, relata.
Resume así, en pocas líneas, las historias de vida de “su cría” y pasa rápido a su rol actual, que le fascina: “Tengo ya dos hermosos nietos, pero todo sigue igual con estos hijos maravillosos. Hay amor, hay diálogo, son nobles y responsables: celebran los éxitos y en cualquier situación difícil que pase a cualquiera de nosotros vuelven a esa reunión de familia para solucionarlo”, agregó entusiasmada sobre la calidad del vínculo familiar.
La carta de Luisa es la otra cara del desánimo cotidiano que siembran otros jóvenes, que han elegido el camino del menor esfuerzo y, en los casos más patológicos, la senda del delito. En muchos casos, empujados por una crisis social que no les dio tregua ni a ellos ni a los suyos. Mamá orgullosa, feliz y en paz con la vida, señala que “son muchos los jóvenes que hoy nos dan ejemplo, sólo es necesario mucho amor y diálogo para que no equivoquen su camino”.