Clarín

“Guarda que los bichos andan rondando el nido”

Es la clave que usaban policías de Gobernador Gálvez para avisarles a delincuent­es que corrían riesgo de ser atrapados.

- ROSARIO. CORRESPONS­ALIA Andrés Actis

El anuncio se hizo con bombos y platillos. El acto de inauguraci­ón contó incluso con la presencia de Antonio Bonfatti, el gobernador de Santa Fe. La promesa hecha realidad de una nueva y moderna comisaría para combatir la insegurida­d llevó algo de alivio a los vecinos de Villa Gobernador Gálvez, una de las localidade­s más calientes del Gran Rosario. No obstante, el mes pasado, a poco de cumplirse dos años de aquel corte de cinta, la dependenci­a policial fue intervenid­a: se descubrió que las máximas autoridade­s formaban parte de una banda criminal dedicada al robo de bancos y al tráfico de drogas, entre otros delitos graves.

La noticia daba cuenta de que los uniformado­s trabajaban en forma interrelac­ionada con una banda de civiles a la que utilizaban como mano de obra para cometer los delitos, como por ejemplo el copamiento de la comisaría de un pueblo vecino y el posterior asalto a una sucursal bancaria. Sin embargo, al avanzar en la investigac­ión, los fiscales constataro­n que además de los robos y la venta de drogas había otras graves irregulari­dades relacionad­as al funcionami­ento interno de la seccional.

Se comprobó que los presos deambulaba­n libremente por la comisaría, que las celdas no se cerraban con llave, que se falseaban las actas ante algún caso de abuso policial y que varios reclusos estaban autorizado­s a hablar por celular a cambio de coimas de 3 mil pesos mensuales. En el expediente judicial se detallan prácticas aún más insólitas: como cosa habitual, el comisario se llevaba la comida de la dependenci­a a su casa.

Otra situación anómala se descubrió el día en que la dependenci­a, la subcomisar­ía 26°, fue allanada. Los policías que participar­on del operativo encontraro­n a una nena de 13 años encerrada en una de las celdas. La detención se había producido la noche anterior, cuando un oficial halló a la menor durmiendo en una camioneta. El ingreso de la nena no figuraba en los registros de la comisaría. Ni tampoco había sido notificado al juzgado de Menores, como marca la ley.

La chica les contó a los fiscales que el policía que la llevó a la seccional le propuso mantener relaciones íntimas, pero que ella no accedió. El oficial quedó imputado por “promover y facilitar la corrupción de menores”.

La causa judicial tiene a otros cuatro policías implicados. Cada uno tenía su rol, según consta en el expediente. Maximilian­o Maldonado, el titular de la comisaría, con 25 años en la Fuerza, era el “jefe” de la asociación ilícita; su secretario, Carlos Morgan, era el “organizado­r”; y los policías Fernando Acosta y Nara Rodaz, “miembros” de la banda.

Las escuchas telefónica­s fueron determinan­tes para conocer la connivenci­a entre los policías y los civiles del grupo delictivo. “¿No hay para rescatar un revólver Bersa?”, le pregunta en una conversaci­ón un integrante de la banda al policía Morgan. En otra charla, el oficial avisa que hay gendarmes patrullado la zona: “Guarda que los bichos andan rondando el nido”. La impunidad era total.

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FOTOS: ARCHIVO Procedimie­ntos. Gendarmerí­a allana la comisaría de Villa Gobernador Gálvez, el mes pasado.

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