Clarín

Vanoli, en el peor de los mundos

- aona@clarin.com

Ni hace falta decir que el Banco Central es una pieza fundamenta­l de la política económica. Y que justamente por eso ahí debe estar alguien de la más absoluta confianza del Presidente, nunca un funcionari­o que porta la chapa del cristinism­o cerril.

Mauricio Macri ya tiene resuelto qué instrument­o va a usar en caso de que Alejandro Vanoli decida seguir la orden de Cristina Kirchner de resistir hasta el final: será la Carta Orgánica del BCRA, la ley que el gobierno saliente acomodó para manejar a su antojo la principal institució­n financiera del país. Aun así, varios puntos de la CO pueden acorralar a Vanoli (ver pág. 3).

Uno poco conocido surge del modo como renunciaro­n, a comienzos de septiembre, los directores Waldo Farías y Santiago Carnero. Habría constancia­s escritas en el sentido de que ambos dejaron sus cargos por exigencia del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, una intromisió­n del Poder Ejecutivo en el Central que viola la Carta Orgánica.

Decir Zannini es decir Cristina Kirchner y algo más: el mismo decreto que aceptó las renuncias de los directores designó en sus lugares a dos funcionari­os puestos a pedido de Axel Kicillof.

Ese es uno de los argumentos. Otro, que

Vanoli excedió sus atribucion­es en el ma

nejo de las reservas, por cierto arbitrario y muy costoso. Dejó la caja del Central poco menos que seca de divisas.

Y el tercero está siendo ventilado en la Justicia. Pasa por la posibilida­d de que el jefe del BCRA haya cometido fraude contra el Estado en la venta de dólares futuro baratos: por ejemplo a 10,80 pesos para liquidar en marzo, cuando en el mercado de Nueva York la misma operación se hacía a 15 pesos y cuando, además, resulta bien previsible que el precio de marzo supere largamente los 10,80 pesos.

Es un regalo que aprovechar­on bancos, empresas y algunos amigos del poder o directamen­te integrante­s del poder y que irá a la cuenta de la entidad. Llegado el momento, debería hacerse cargo de una diferencia cambiaria estimada en no menos de $40.000 millones.

Está por verse, además, si lo que salte de esa olla no salpicará al propio Kicillof, a quien se le atribuye pilotear operacione­s de hasta 500 millones de dólares diarios. De hecho, quienes administra­n ese mercado de futuros resolviero­n consultar con el ministro bajo qué condicione­s reabriría hoy, tras mantenerlo once días cerrado.

El problema de Vanoli sería que una renuncia no ponga fin a sus contratiem­pos. El peor de los mundos es que después ter

mine procesado, si Bonadio lo encuentra culpable de fraude contra el Estado.

Sus decisiones acorralan al jefe del Central y pueden forzarlo a irse. Lo peor, que después termine procesado.

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