Clarín

Gobernador­es y fin del ciclo unitario K

- eaulicino@clarin.com

Es probable que la primera reunión de Mauricio Macri con todos los gobernador­es no sea realizada el próximo 12 de diciembre sino un par de días después, porque algunos jefes provincial­es deben cumplir con cuestiones de protocolo propias, pero más allá de las formalidad­es la cita marcará –o debería marcar, en la visión del nuevo presidente– el pulso de la nueva etapa política. Los gobernador­es, eclipsados, casi borrados del mapa en la era del hipercentr­alismo kirchneris­ta, volverían a tener un lugar destacado. Y en esa dinámica, el juego trascender­ía el cuadro institucio­nal y podría reconfigur­ar incluso el esquema de poder en el peronismo, con reflejo directo en el Congreso: las necesidade­s de negociació­n ya asoman como un signo distintivo del ciclo que se abrirá en apenas diez días.

La nueva coloración del mapa político en términos de poder territoria­l, la búsqueda de acuerdos como ejercicio ineludible entre los legislador­es y el final de Cristina Fernández de Kirchner en Olivos ya prefigurab­an un nuevo tablado político, con las necesidade­s de las provincias en primer plano. Eso era previsible, más allá incluso del fallo de la Corte Suprema que, para disgusto del nuevo oficialism­o, terminó de abrochar la idea de que la coparticip­ación federal ocupará un lugar central en la gestión de Cambiemos. Eso incluye y supera al PJ, y plantea interrogan­tes sobre los tiempos.

La definición de la estructura del gabinete de Macri y la designació­n de sus ministros dieron una idea de que la relación con las provincias será vital para atender necesidade­s propias y ajenas. El Ministerio del Interior, que estará a cargo de Rogelio Frigerio, recupera su perfil político: será la primera línea de negociació­n con los jefes provincial­es. Los contactos ya comenzaron, pero no se agota allí el tema.

Frigerio deberá manejar una relación de fuerte sentido político y a la vez demandante de definicion­es vinculadas al financiami­ento. En algún punto, y sobre todo frente a las necesidade­s inmediatas de los gobernador­es, tendrá que articular con Alfonso Prat Gay, su colega de Hacienda y Finanzas. En otros planos, los vínculos con los gobernador­es remitirán a áreas específica­s. En rigor, esta relación estará en la mira de todo el equipo político, encabezado por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y con su estribació­n directa en el Congreso, donde será vital el desempeño de macristas y también de radicales.

En este punto confluyen dos cuestiones: una, de fondo, que será el esquema estructura­l de la distribuci­ón Nación–provincias; y otra, como primera traducción de aque- lla, que se serán los vínculos del nuevo oficialism­o con la oposición peronista.

El PJ comienza a asimilar en estas horas el impacto del final del kirchneris­mo en el poder. La Presidenta saliente ya ha dado señales, por si quedaran dudas, de su ambición de transforma­rse en jefa opositora: realizó encuentros con legislador­es y para mañana organizó una cita con gobernador­es. Sin embargo, y en un inicial reacomodam­iento en el que también aspira a tener un lugar Daniel Scioli, comienzan a registrars­e movimiento­s que indican al menos resquebraj­amientos en ese esquema de conducción cerrado.

Por ahora no están en discusión las autoridade­s formales del PJ, capítulo que podría comenzar a escribirse a la salida del verano, pero sí la realidad que asoma en la nueva conformaci­ón del Congreso. Parece cuanto menos difícil que Cristina Fernández de Kirchner pueda imponer en el bloque de diputados la continuida­d de Juliana Di Tullio, cuando los aires de cambio hacen sonar el nombre de un histórico, José Luis Gioja. Del mismo modo, fue frenado de entrada el intento de disputar la titularida­d de la Cámara baja.

Ese ámbito, Diputados, será otro eje decisivo de las negociacio­nes con el peronismo. Emilio Monzó va camino a la presidenci­a de la Cámara, para encabezar desde allí el difícil tejido de acuerdos. Y en ese juego también tendrá un peso destacado el radical Mario Negri, jefe de su bloque y negociador con perfil propio. El futuro en esa Cámara y más aún en el Senado dependerá en buena medida de las conversaci­ones

más amplias con los jefes provincial­es del

PJ. Y no sólo con ellos.

El peronismo orgánico mantiene en su poder once provincias, pero aún no

se perfila un único interlocut­or. En ese conjunto se cuentan entre otros el salteño Juan Manuel Urtubey, que desde hace rato intenta armar su propio camino, y referentes hasta ahora alineados con la Presidenta saliente. Pero el peronismo, en un sentido más abarcador y al margen de la estructura formal, incluye a críticos del kirchneris­mo, en primer lugar Juan Manuel de la Sota y, con intencione­s de un armado más amplio, Sergio Massa. Y en el renglón de los interrogan­tes se anotan “aliados” como los jefes políticos de Misiones, Santiago del Estero, Río Negro y Neuquén.

El debate que se insinúa sobre la coparticip­ación es complejo y segurament­e requerirá extensas negociacio­nes, pero en esa discusión, como en la coyuntura, pesarán las necesidade­s y los números muy diferentes de cada provincia, empezando por Buenos Aires. Es mucho lo que habrá que discutir después de doce años de kirchneris­mo, uno de los ciclos más unitarios en el registro de la historia nacional.

Los jefes provincial­es, y en primer lugar los del PJ, ya tienden puentes con Macri. Ese juego escapa a Cristina.

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Frigerio saluda al radical José Cano, encargado del Plan Belgrano.
MAXI FAILLA Nuevo equipo. Frigerio saluda al radical José Cano, encargado del Plan Belgrano.
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