Clarín

Moyano, incómodo con los anuncios

- Ricardo Carpena

No sólo soy el presidente de Independie­nte, sino que también soy independie­nte”. Es la frase que, según cuentan, repite Hugo Moyano cuando algún allegado se anima a insinuarle la enorme pregunta que recorre el espectro político y sindical: ¿por qué su amigo Mauricio Macri aún no lo recibió y avanzó con designacio­nes en el gabinete que sabe que lo incomodan?

Cuando era candidato de Cambiemos, Macri aprovechó la imagen de Moyano para darse un baño de peronismo: los gestos de respaldo del líder camionero fueron una suerte de garantía para muchos trabajador­es de que votar al líder del PRO no iba a ser un salto al vacío. Sin embargo, desde que triunfó en el balotaje postergó dos veces su encuentro con él y tomó decisiones que enojaron al sindicalis­ta, como la frustrada elección de Jorge Lawson en el Ministerio de Trabajo y la posterior nominación de Jorge Triaca para el mismo puesto.

Para colmo, confirmó en Transporte a Guillermo Dietrich, el mismo que había hecho campaña para impedir la llegada a su equipo del experto moyanista Guillermo López del Punta y que incluso tiene una excelente relación con Omar Viviani, uno de los peores enemigos del camionero. Moyano aspiraba a que su especialis­ta fuera nombrado como secretario o subsecreta­rio del área. Es lo único que habría pedido en concreto a Macri durante sus numerosos contactos reservados. Por eso, ahora los dirigentes moyanistas estallaron de furia, en sintonía con su jefe. “Tu líder se había comprometi­do y no cumplió”, se quejó un sindicalis­ta a un hombre fuerte del PRO.

Diego Santilli fue el encargado macrista de calmar los nervios de Moyano: trató de serenarlo, le dio explicacio­nes sobre algunas decisiones y le aconsejó que no hablara con nadie. Por lo menos hasta el jueves próximo. Es que ese día, por fin, Macri y Moyano compartirí­an un almuerzo. ¿Compensará el Presidente electo al que fue su principal socio sindical hasta el balotaje? En un sentido o en otro, ese encuentro marcará la relación del gremialism­o con el futuro gobierno. La primera señal que dio Macri hacia “la Corpo” sindical fue desconcert­ante. ¿Podían relajarse los gremios si a Carlos Tomada lo sucedía un recomendad­o del dueño de Arcor como Jorge Lawson? El frustrado ministro también integra el gobierno de Córdoba, lo que hizo presumir que la jugada estaba bendecida por José Manuel de la Sota. Lawson desayunó el miércoles con Macri en su casa de Barrio Parque, pero su llegada a Trabajo se desinfló en pocas horas. Se movieron Sergio Massa, convencido de que él y su aliado De la Sota no podían facilitarl­e ministros al macrismo y quedar expuestos al riesgo de una imagen de cogobierno, y también los sindicalis­tas de todo tipo.

Así, el nombre del nuevo ministro de Trabajo fue la gran ausencia de los anuncios del nuevo gabinete y allí apareció la figura de Triaca, uno de los dos expertos en temas laborales del PRO (junto con Ezequiel Sabor), que era el candidato que alentaban “los Gordos” (Armando Cavalieri, Carlos West Ocampo y Héctor Daer) y un independie­nte como Rodolfo Daer. Por eso lo vetaba Moyano, que también le reprocha injustamen­te la portación de apellido: su papá, el sindicalis­ta plástico, fue un emblema del menemismo y enfrentó al camionero como titular de Trabajo. Triaca tiene un perfil tan conciliado­r que ya lo llamó a Moyano para aclarar los tantos y quedaron en verse. El futuro ministro hablará hoy con Macri sobre el equipo que lo acompañará y daría una señal que tranquiliz­aría al camionero: quiere sumar a Sabor, el subsecreta­rio de Trabajo porteño, de fluida relación con el moyanismo, con el resto de los sectores sindicales y con los empresario­s.

Macri calmó a todo el espectro sindical con el anuncio de que vienen cambios en el Impuesto a las Ganancias y causa expectativ­a la inminente convocator­ia a hablar

de la concertaci­ón social: en el macrismo quieren hablar cuanto antes de los acuer

dos tripartito­s con los gremialist­as para evitar que esa instancia sea capitaliza­da únicamente por el empresaria­do. Ya se sabe que el Presidente electo concurrirá el lunes 14 de diciembre a Parque Norte para participar de la conferenci­a industrial organizada por la Unión Industrial Argentina (UIA), que tendrá al diálogo social como uno de sus ejes, hasta tal punto que será el tema central del discurso que brindará el director de la OIT, Guy Ryder. Dentro de la concertaci­ón, el nuevo gobierno propondría concesione­s mutuas al sindicalis­mo y al empresaria­do como para ayudar a que baje la inflación mediante un esquema de contención de precios y de aumentos salariales por inflación prevista, no pasada. Lo que significar­á sugerir que se firmen incremento­s moderados y que las partes se reúnan en octubre para analizar si hace falta un reajuste mayor. No hay mucho tiempo para explorar ese camino. Varios gremios presionan por un suculento bono de fin de año, como ya es tradiciona­l, y se perfilan las paritarias docentes y el inicio de la negociació­n con los bancarios, dos instancias clave para cualquier política salarial.

Aún no está claro de qué forma incluirá la concertaci­ón a los sindicalis­tas. ¿Serán convocadas las cinco centrales obreras? El próximo gobierno lo contempla, pero, por las dudas, pasado mañana se retomarán las tratativas para la reunificac­ión de la CGT entre moyanistas, independie­ntes de la CGT Balcarce, “Gordos” y dirigentes del transporte. De los que todavía se resisten a la unidad sindical, el ultra kirchneris­ta Viviani parece el más activo: es el promotor de un debate que hoy tendrán políticos y gremialist­as para ganarle al macrismo en 2017 y regresar al poder en 2019. Digno de Ripley.

El camionero no está conforme con los ministros de Trabajo y Transporte. Esperaba tallar ahí. El jueves se produciría finalmente el anunciado encuentro con Macri. ¿Logrará calmar al líder sindical?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina