Me rodearon y me pegaron una trompada en la nuca”
“Me sentí absolutamente desamparada. No podía creer que en mi propio lugar de trabajo, que siento como si fuera mi casa, me estuvieran agrediendo”, dice Stella Maris Gilabert, médica endocrinóloga que desde hace 30 años trabaja en el Hospital Policlínico Sofia Terrero Santamarina de Monte Grande, en el partido de Esteban Echeverría. El 18 de setiembre pasado sufrió la agresión física menos pensada. Como siempre había llegado a las 7.30 de la mañana. Eran las 2 de la tarde y seguía atendiendo pacientes en el consultorio. “De repente, escuché gritos y golpes, y salí a ver qué pasaba en el pasillo –contó a Clarín–. Me encontré con un grupo de personas que estaban escribiendo las paredes con grafitis en contra de médicos acusados por dos supuestas mala praxis en otras áreas del hospital. Les sugerí no pintar las paredes y les dije que el hospital era un lugar público. Que todos lo teníamos que cuidar. Pero me empezaron a insultar. Después volví a mi consultorio, y a las 4 de la tarde, cuando es- taba saliendo del hospital, me rodearon, me tiraron del pelo y me pegaron una trompada en la nuca. Tuve una semana de licencia, con antiinflamatorios y varios estudios por la ART. Aún no dejo de asombrarme, porque yo ni siquiera había atendido a los pacientes por los cuales reclamaban”.