Enfermos más intolerantes, falta de recursos y de educación
S
ería raro que en una sociedad en la que los atentados a la propiedad privada son frecuentes, una institución pública como el hospital quedara eximida de ese riesgo. Aunque un policía escoltara a cada trabajador, el problema no se resolvería si no se baja la desigualdad, que es el factor que más correlaciona con la violencia social en la revisión más grande realizada hasta el momento, a cargo de Pablo Fanjnzylber y equipo para el Banco Mundial. Cuando la brecha entre ricos y pobres se amplía, el ciudadano deja de identificarse con el Estado y a menudo expresa su indignación atacando a las instituciones públicas. El segundo factor asociado a la violencia en hospitales es la dificultad para gestionar el conflicto de manera no violenta. Cuando una persona se enferma, su nivel de tolerancia suele descender. Según el testimonio de algunos médicos, el problema se agrava por el desprecio y el maltrato que en ocasiones pueden sufrir los pacientes más humildes.
Es posible enfrentar este problema con el desarrollo de recursos para una comunicación no violenta y con una formación en derechos humanos, un entrenamiento que puede brindarse a través de las asignaturas inteligencia emocional o filosofía práctica en el sistema educativo formal, y mediante protocolos destinados a médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud.
Numerosos conflictos se originan en las supuestas demoras y en la falta de turnos para ser atendido. Esto podría resolverse al aumentar el personal o al colocar dispositivos electrónicos que informen al paciente sobre la demora estimada.
Por último, no es infrecuente que personas con problemas psiquiátricos y de adicción a drogas de abuso agredan a las enfermeras y a las asistentes sociales en hospitales, como el Moyano. Solo en ese caso la fuerza policial parece ser el recurso más efectivo. “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”, señaló Pitágoras.