Clarín

Polémica en las playas: ¿sí o no a lo s perro s?

En los balnearios privados de Mar del Plata, las mascotas están prohibidas. En los públicos, los turistas protestan por la suciedad que dejan. Y los médicos advierten por los riesgos para la salud.

- MAR DEL PLATA. ENVIADA ESPECIAL Victoria De Masi vdemasi@clarin.com

Quejas de turistas por la caca en la arena y advertenci­a de médicos.

Impúdico el comportami­ento del perro cuando se dispone a hacer caca. Por ejemplo aquí, en una playa de Mar del Plata, frente a una hilera de reposeras donde las señoras se sientan a mirar cómo se hamaca el mar. El animal corta la línea del horizonte, se pone en “posición fecal” y se roba el protagonis­mo: defeca. Las mujeres se revuelven en su reposeras, hacen una visera con la mano, buscan al dueño porque el can tiene collar, pero nadie aparece. El perro huele la montañita oscura –al final, es de su propiedad– y se va. El responsabl­e de levantar el excremento habrá escuchado cuando una de ellas soltó: “¿Ves? Por eso está lleno de mierda. Traen a la mascota pero de la mugre no se hacen cargo”.

En esta ciudad está vigente una ordenanza -la 22031- que obliga a los responsabl­es de las mascotas a muchas cosas, entre ellas a levantar el excremento. Lo que todavía está en discusión es quien sanciona a los que no cumplen: el personal municipal no está autorizado y la policía, tampoco. Al mismo tiempo, el ingreso de perros a los balnearios está prohibido, incluso si la arena es pública. Algunos paradores le encontraro­n la vuelta, como el 9 y el 10 de Punta Mogotes, donde instalaron guarderías para perros. La condición para ingresar es que dejen al perro ahí. Todas estas medidas acotan las opciones de las familias que veranean en Mar del Plata porque su mascota es un integrante más. Sólo un concesiona­rio logró la habilitaci­ón para que los perros toquen la arena (ver aparte).

La normativa es pura teoría. El área de Zoonosis de Mar del Plata calcula que en la ciudad hay unos 170 mil perros. A esa cifra se suman unos 2 mil que vienen “de vacaciones”. En las playas populares y en la parte pública que dejan libre los balnearios hay, a ojo, un perro cada veinte sombrillas. Algunos están atados y con bozal, otros corren libres entre los turistas. No hay bolsitas ni caniles porque se supone que la ordenanza no permite su ingreso. Alguien arroja una pelota y un labrador corre a buscarla. Un chapuzón y el pique perruno se interrumpe porque el animal hace caca en la orilla. Esta vez el dueño se acerca a levantarla.

“La prohibició­n de mascotas en la playa tiene que ver con la limpieza y con la salud. Los turistas entran en contacto con los parásitos de la materia fecal, directa e indirectam­ente y eso es un riesgo. Levantar la caca del perro corre por cuenta del dueño, es un tema de respeto pero no todos lo hacen”, apunta María Eugenia del Río, veterinari­a de Zoonosis. Sobre esos riesgos, responde el médico infectólog­o, Alejandro Ferro: “En el excremento hay dos parásitos, que causan infeccione­s, toxicara canis y trichiura. No hay síntomas inmediatos pero, a largo plazo, pueden generar alergias, cuadros gástricos o respirator­ios, o problemas en la

vista”. Hay recomendac­iones: llevar bolsita y pala para levantar la caca, y tirarla en un tacho. Es importante, también, recoger la arena que está debajo. Lavarse las manos antes de manipular alimentos o llevar alcohol en gel por si no hay un lavatorio cerca. Y claro, mirar dónde andan los chicos, los más propensos a tomar contacto involuntar­iamente con la material fecal.

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GASTIARENA De vacaciones. Muchos turistas viajaron con sus perros a Mar del Plata. Ahora, tienen el problema de dónde dejarlos. /
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