Clarín

Dura crítica iraní a los sauditas por haber cortado las relaciones

La hizo el presidente Rohani. Y le reclamó a Europa que se expida sobre la ejecución de personas en Riad.

- TEHERÁN. DPA, AP, AFP Y EFE

El presidente de Irán, Hassan Rohani, acusó ayer a Arabia Saudita de utilizar la ruptura de relaciones diplomátic­as con el país persa para “ocultar” el asesinato del clérigo opositor shiíta Nimr al Nimr, ejecutado junto a medio centenar de personas condenadas por supuestos delitos terrorista­s.

Las declaracio­nes de Rohani se produjeron después de que Kuwait anunciara la retirada de su embajador en Irán por los ataques contra delegacion­es diplomátic­as saudíes en la república islámica, lo que hizo crecer la preocupaci­ón mundial por la tensión regional.

“El gobierno saudita tomó una medida extraña y cortó sus relaciones diplomátic­as con la República Islámica de Irán para cubrir sus crímenes de decapitar a un líder religioso en su país. Sin duda, estas acciones no pueden cubrir un crimen tan severo”, afirmó el presidente iraní. Y remató con una frase contundent­e: “No puede responder a las críticas cortando cabezas”.

El mandatario persa también desplegó su ironía diplomátic­a al pedirle a las Naciones Unidas ( ONU) que se pronuncie sobre las ejecucione­s masivas en Riad, y en particular sobre el caso de Al Nimr, ya que hasta ahora el organismo evitó hacerlo: “Espero que los países europeos, que siempre reaccionan en los temas vinculados a los derechos humanos, cumplan con su deber”, sostuvo.

El Consejo de Seguridad de la ONU sólo manifestó “su profunda inquietud ante esos ataques” a las embajadas sauditas en Irán y pidió al gobierno iraní que “proteja las instalacio­nes diplomátic­as y consulares y el personal”. Pero no mencionó la ejecución del clérigo que desató la furia shiíta.

La severa crisis entre iraníes y sauditas, que se da en un momento crítico donde la guerra contra el extremismo ultraislám­ico devasta tanto a Siria como a Irak, comenzó el sábado pasado cuando Arabia Saudita ejecutó al clérigo shiíta Ni- mr al–Nimr y a otras 46 personas, condenadas por tribunales religiosos por supuestos delitos de terrorismo. Fue la ejecución masiva más numerosa en el país del Golfo desde 1980.

Al–Nimr era una de las figuras centrales de la oposición shiíta en el reino saudita y lideró las protestas de la minoría shiíta inspiradas en la Primavera Arabe. Pero siempre negó haber llamado a la violencia, como sostienen las autoridade­s sauditas. Las noticias sobre su ejecución provocaron protestas y levantamie­ntos shiítas desde Bahrein a Pakistán.

En Irán, los manifestan­tes atacaron la embajada saudita en Teherán y su consulado en Mashaad. Aprovechan­do esta circunstan­cia, el ministro saudita de Exteriores, Adel al–Jubeir, anunció el domingo pasado que el reino rompía sus relaciones con Irán, dando al personal de la delegación iraní en su país 48 horas para abandonarl­o.

Países satélites de Arabia Saudita, entre ellos Bahrein, Sudán y Emiratos Arabes se plegaron a la decisión de Riad y retiraron a sus embajadore­s de Irán. Ahora se sumó Kuwait, un reino donde hasta ahora convivían pacíficame­nte sunnitas y shiítas.

Arabia Saudita e Irán compiten desde hace tiempo por una posición de influencia política, económica y militar en Oriente Medio. Esta rivalidad se agravó tras la caída de Saddam Hussein en Irak y las masivas protestas de la Primavera Arabe, lo que dio lugar a enfrentami­entos indirectos entre ambos países. Esto se da especialme­nte en Siria, donde los sauditas apoyan a los grupos opositores a Bashar al Assad, mientras los iraníes respaldan al mandatario sirio. Pero también se extiende a otros países, como Yemen.

Los analistas consideran que el objetivo de Arabia Saudita con este nuevo conflicto diplomátic­o es desgastar al gobierno del moderado Rohani. El próximo 26 de febrero habrá elecciones legislativ­as en Irán para renovar las 290 bancas del Parlamento, lo que implica una prueba de fuego para el mandatario iraní, presionado internamen­te por el conservadu­rismo religioso.

La política de Rohani es justamente la que permitió un acercamien­to con Occidente. Bajo su gobierno se firmó el acuerdo nuclear con las potencias mundiales y se avanzó en las negociacio­nes para solucionar el conflicto en Siria. Esto hizo crecer su presencia regional, lo que no cayó bien en Riad.

Estados Unidos instó a Irán y a Arabia Saudita –su socio en la región– a no dejar que la disputa desbarate los esfuerzos para poner fin a la guerra civil en Siria. Otras potencias mundiales también intentaron calmar las tensiones. Alemania pidió a ambas partes que reparasen sus lazos, mientras Rusia se ofreció como mediador.

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