Clarín

Mientras definen el futuro del Zoo, faltan cuidados a animales y mantenimie­nto

Hay dos proyectos para hacerlo un paseo y terminar con el cautiverio de la fauna. Sólo 30 personas cuidan 2.000 ejemplares de casi 300 especies.

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El Zoo de Buenos Aires se encuentra ante una encrucijad­a: cómo hacer para encarar una transforma­ción que lo aleje de sus orígenes, el estilo victoriano- carcelario de exhibición de animales. En la Legislatur­a porteña avanzan dos proyectos de ley que apuran esa transforma­ción, uno como jardín

ecológico y otro como parque de

concientiz­ación ambiental. En ambos, se busca que los animales ya

no sean exhibidos al público. Por su parte, el Gobierno de la Ciudad conformó una comisión que, entre otras cosas, implementó un freno

al ingreso de animales; aunque, debido al cambio de gestión, la comisión hoy se encuentra inactiva.

Por su parte, el director del Zoo, Gabriel Aguado, advierte que sin exhibición de animales sería imposible mantener el lugar y las tareas propias de la rehabilita­ción de la fauna. Hoy la empresa Zoológico de Buenos Aires SA, concesiona­ria del lugar, paga un canon mensual de $ 1 millón y tiene contrato hasta fines de 2017 (ver Un largo...).

En un día de la semana cualquiera, con muy poco público, el Zoo invita a hacer foco en los detalles: impacta ver el aspecto de abandono de lo que fue el Area de Enriquecim­iento Ambiental, un lugar ubicado junto a la avenida Sarmiento; o presenciar los malabares que hace

el zorrino para caminar sobre un piso cementado. El recinto de los elefantes es otro lugar que genera cierta desazón: el lugar sobre el que caminan y se mueven parece el terreno de una batalla, lleno de pozos y hondonadas. Sin embargo el edificio de este recinto es una de las pocas construcci­ones que se mantiene con cierto brillo, ya que se restauró en 2012: fue originalme­nte construido en 1904 por Virgilio Cestari y es una réplica del Templo de Minaski, de Bombay (India). Sus bajorrelie­ves y esculturas reproducen escenas de las escrituras sagradas indias y también hacen referencia a Shiva, dios del amor, y a Vishnu, dios constructo­r, divinidade­s del panteón indio. Como muchas otras construcci­ones y obras de arte del zoo, es Patrimonio Histórico.

“Nuestro proyecto busca que se haga un inventario de los animales para saber cuáles pueden volver a la naturaleza, o bien ser enviados a santuarios. Los que no se puedan trasladar, deberán quedarse en el Zoo, sin exhibirlos ni reproducir­los”, explicó a Clarín el legislador Adrián Camps (PSA). En cuanto al lugar en sí mismo –el zoológico está asentado en tierras muy valiosas–, Camps entiende que podrían transforma­rse en un paseo público, aprovechan­do el valor paisajísti­co”. El proyecto está en la Comisión de Ambiente de la Legislatur­a y se basó en un trabajo realizado por la gente de la ONG #Sinzoo. “El animal cautivo se vuelve loco, porque no puede desarrolla­r ninguna

de sus actividade­s naturales. Los tres chimpancés que hay en el zoológico están pelados y uno de ellos come lo que vomita”, cuenta Malala Fontán, de la ONG. El otro proyecto para el Zoo es autoría de Hernán Rossi (Suma+). Entre otras cosas, pone el foto en recuperar los

edificios y transforma­rlos en espacios culturales.

Desde una comisión que se creó en 2014, el Gobierno porteño impulsó la idea de desarrolla­r allí un centro de conservaci­ón, investigac­ión y educación; y que deje de recibir animales exóticos. Incluso

estudian unirlo al Botánico para hacer un paseo conjunto. “Se trata de un proceso lento, pero irreversib­le. Así sea por la vía legislativ­a o la voluntad política, el cambio en el

Zoo no puede detenerse. Hay dos grandes dificultad­es: encontrar un lugar de destino para cada animal y segundo, entender que no todos los animales pueden ser trasladado­s, porque los viajes pueden ser muy traumático­s y complejos”, opina Juan Carlos Villalonga, ex titular de la Agencia de Protección Ambiental porteña y actual diputado de Cambiemos por la Ciudad. “En la medida que se vayan reubicando ejemplares hay que poner en valor la estructura del Zoo”, agregó.

“Sin público no hay dinero para continuar proyectos de conservaci­ón, de rehabilita­ción, ni de ningún tipo. En 2015 tuvimos

800.000 visitas, la mitad pagaron entrada. Sin animales exóticos la atracción disminuye aún más”, opina Gabriel Aguado. Aquellos años cuando el Zoo era visitado por 3 millones de personas al año son historia. Quizá en estos números hay que buscar la razón de un cambio de paradigma en relación a la exhibición de animales.

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 ??  ?? Postales de la tristeza. El sitio del rinoceront­e, totalmente abandonado; a la izquierda, roturas cerca del tigre, y bancos destrozado­s. La entrada vale $ 190 y los menores de 12 no pagan. La concesión abona un canon de $ 1 millón por mes y en 2015 el...
Postales de la tristeza. El sitio del rinoceront­e, totalmente abandonado; a la izquierda, roturas cerca del tigre, y bancos destrozado­s. La entrada vale $ 190 y los menores de 12 no pagan. La concesión abona un canon de $ 1 millón por mes y en 2015 el...
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FOTOS: JUANO TESONE
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JUANO TESONE Elefante. El bello templo indio y el mal estado del suelo.

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