Energía y transparencia
Con otros solistas notables, la chelista cordobesa Sol Gabetta se luce en el “Triple concierto” de Beethoven, bajo la magistral dirección de Giovanni Antonini.
Beethoven Triple Concerto Director Giovanni Antonini Solistas Sol Gabetta, Giuliano Carmignola, Dejan Lazic Sello Sony Music
Desde su debut al frente del formidable conjunto Il Giardino Armonico, el director (y flautista) italiano Giovanni Antonini sobresalió como una de las figuras más interesantes y personales en la interpretación de la música barroca. Y lo mismo podría decirse de Antonini en tanto intérprete del clasicismo en general y de Beethoven en particular. Todavía está bastante fresca en la memoria la impresión de su magistral Cuarta sinfonía con la Orquesta de Cámara mara de Basilea en el Teatro Colón, en octubre de 2014, cuando el músico vino para dos conciertos con la solista Sol Gabetta (en el Concierto de Schumann).
En esta flamante edición de Sony volvemos a escuchar al director italiano con la violonchelista cordobesa (radicada en Basilea), ahora en un programa enteramente consagrado a Beethoven: Triple concierto para violín, violonchelo y piano op. 56 y las oberturas Las criaturas de Prometeo op. 43 ( sorprendente bis en aquel concierto de 2014), Egmont op. 84 y Coriolano op. 62. El trío solista se completa con Dejan Lazic en piano y Giuliano Carmignola en violín.
Debido a cierto protagonismo del instrumento, hay quien dijo que el Triple concierto podría ser considerado como el concierto para violonchelo que Beethoven no escribió. En verdad, esto resulta por lo menos exagerado. Acaso el violonchelo pueda tener cierta prioridad en la enunciación de las ideas (como de hecho ocurre ya desde la exposición inicial en el Allegro), pero el modelo de Beethoven es sin duda el de la sinfonía concertante; lo que cuenta no es el predominio de un instrumento sobre otro, sino una conversación finamente entre te entretejida, que los solistas tas Gab- et- ta, Carmignola y Lazic reproducen con brillo y también con un sentido del equilibrio incorruptible. El director Antonini, por su lado, aporta sus proverbiales dosis de transparencia, energía y sentido del suspenso al frente de ese fabuloso instrumento que es la Orquesta de Cámara de Basilea, inmejorable demostración de cómo es posible renovar la interpretación del período clásico sin instrumentos “de período”.
Las vibrantes lecturas de las tres “oberturas” o piezas para la escena beethovenianas completan una entrega fascinante.