Clarín

Contra la financiaci­ón del terrorismo, profesiona­lidad

Para las nuevas autoridade­s no será sencillo dejar atrás el lastre de años de ignorancia y cinismo en áreas vinculadas a combatir el lavado de dinero y de activos.

- Juan Félix Marteau Profesor titular de criminolog­ía (UBA) y Presidente de FININT

El combate contra las redes de recolecció­n y soporte económico de las organizaci­ones terrorista­s debería considerar­se como otro escenario privilegia­do para interpreta­r el sentido y profundida­d del cambio político que supone el nuevo gobierno liderado por el Presidente Mauricio Macri.

El Informe del Council of Councils, una prolífica iniciativa del Council on Foreign Relations que recoge la opinión de think tanks de los países del G20, entre los cuales se encuentra nuestro prestigios­o Consejo Argentino para las Relaciones Internacio­nales, señala que el combate al terrorismo y su financiaci­ón se encuentra 3° en el ranking de los cinco mayores desafíos globales, luego de la prevención de los conflictos armados entre Estados (1°) y la respuesta a conflictos violentos internos (2°), y antes de la gestión de la economía mundializa­da (4°) y la mitigación del cambio climático (5°).

El panorama es crítico: en estos últimos años, las organizaci­ones terrorista­s ha aumentado exponencia­lmente su poder dañino, consideran­do el número de sus víctimas fatales, la cantidad de insurgente­s involucrad­os y el volumen de dinero disponible. Todo ello frente a las serias dificultad­es que encuentran las repúblicas occidental­es para dar cuenta de un fenómeno tan grave cuanto complejo.

Posiblemen­te, la visita del presidente de Francia en febrero próximo, será una oportunida­d para volver a plantearno­s dónde estamos parados y cuáles son los objetivos que persigue la nueva administra­ción en un asunto de esta importanci­a.

Se sabe que François Hollande, en representa­ción de una Europa conmovida por los cruentos atentados ocurridos durante 2015 en suelo francés, solicitará mayor compromiso a la Argentina en el reto que supone desmantela­r las arcas de los financista­s del terror. Así lo destacó recienteme­nte el ministro de finanzas socialista, Michel Sapin, ante el GAFI: “El dinero es en todos lados y todo el tiempo el nervio de la guerra: los terrorista­s, para actuar, tienen necesidad de fondos para la compra de armas, vehículos y escondites. La lucha internacio­nal contra la financiaci­ón del terrorismo constituye un baluarte fundamenta­l de la paz y la seguridad en el mundo”.

El Presidente Macri, con la designa- ción de Garavano, Malcorra, Prat Gay y Frigerio en su gabinete ya ha generado la expectativ­a de que este tema encontrará su norte. Hay constancia­s de que todos ellos entienden el múltiple beneficio (político, económico, social, reputacion­al, etc.) que supone que nuestro país controle los circuitos clandestin­os vinculados a este tipo de criminalid­ad grave.

En el mismo sentido debe entenderse la propuesta de designació­n que ha hecho el Ministro de Justicia para que el nuevo presidente de la UIF sea M. Federici, un profesiona­l de altísima calificaci­ón que conoce perfectame­nte el lugar significat­ivo que ocupa esta materia en la agenda mundial.

No obstante, el lastre que dejaron tantos años de ignorancia y cinismo para tratar asuntos de esta magnitud, exige decisiones muy agudas y precisas para reactivar el funcionami­ento sistémico de

todos los factores del Estado y el sector privado con capacidad para prevenir, detectar y reprimir a los donantes o socios del terrorismo.

Si se toma en cuenta el último Informe que el GAFI presentó al G20 en noviembre último, la Argentina parece un modelo de cooperació­n internacio­nal, ocupando el Top 10 de los 194 países evaluados en lo que se refiere a la cantidad de personas designadas como terrorista­s (100!) y fondos congelados al terrorismo (Euros 98,000!).

Sin embargo, se trata de otro desgraciad­o fraude de las autoridade­s salientes

de la UIF, ejemplos de militancia K, quienes ordenaron frizar dinero en casos que nada tenían que ver con el terrorismo y, así, tergiversa­r los índices de

eficacia que exigen las resolucion­es del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La Justicia Federal no solo estableció la ilegitimid­ad de este tipo de medidas, sino que advirtió sobre el escándalo que constituye desnatural­izar los protocolos del derecho internacio­nal.

La Argentina necesita desarrolla­r con urgencia una evaluación de los riesgos de la financiaci­ón del terrorismo y la proliferac­ión de armas de destrucció­n masiva, así como del lavado de activos provenient­es del crimen organizado. Y sobre esos resultados definir una estrategia nacional, como ya han hecho otros países de la región.

Igualmente, el gobierno debería enviar al Congreso una ley integral que derogue

la absurda y traicioner­a norma vigente

nro. 26.734, defina al terrorismo como una figura del catálogo delictivo, otorgue mayor capacidad de análisis a la UIF y establezca más facultades a la justicia para investigar los patrimonio­s ilícitos.

En conclusión, se podría decir, que el significad­o del cambio en esta materia debería interpreta­rse a partir de los conceptos de profesiona­lismo, responsabi­lidad, confianza y sustentabi­lidad, esto es, valores y prácticas institucio­nales que nuestro país debe desarrolla­r para ser un actor relevante en uno de los ejes centrales de la actualidad.

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HORACIO CARDO

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