Con los Reyes, también llegan las roscas con su historia religiosa
La tradición nació en la antigua Roma y luego sirvió para celebrar la primera manifestación de Jesús.
Las panaderías y confiterías porteñas recibieron ayer a los Reyes Magos con algo mucho más sabroso que un puñado de pasto: sus Roscas de Reyes. La tradición, que se originó en una festividad de la antigua Roma y después tomó un sentido religioso, se conserva en todos los países de habla hispana. Y en Buenos Aires, cada maestro pastelero tiene su propia receta para hacer este manjar que celebra la primera manifestación de Jesús.
“En la antigua Roma, al comienzo del invierno se celebraban las fiestas de Saturno, en las que se compartía un pan redondo”, explica el maestro José D’Alonzo, de la Escuela de Pastelería Profesional de la Federación de Pasteleros. El giro religioso de la tradición ocurrió en la Edad Media, cuando aquel pan redondo hecho con higos, dátiles y miel de los romanos se convirtió en símbolo de la epifanía o de la primera vez que Jesucristo se dio a conocer. Y eso sucedió cuando lo visitaron los Reyes Magos.
Antiguamente, los pasteleros escondían un haba en la rosca, para representar el origen de la vida. Después, fue reemplazada por un muñeco con la forma de Jesús. La redondez de la rosca simboliza el amor infinito de Dios.
¿Cuál es la receta? “Cada maestro tiene su librito, pero la base de la Rosca de Reyes es una masa dulce, mantecosa y muy aromatizada –detalla D’Alonzo–. Cada uno tiene su forma de elaborarla. Algunos les ponen más materia grasa, otros más azúcar. Pero en todos los casos, el pastelero culmina su año haciendo pan dulce y roscas, y pone todo su esmero en eso, para terminarlo bien”.