Clarín

El debate entre el peronismo y los K

- rkirschbau­m@clarin.com Ricardo Kirschbaum

“No saben lo lindo que es tener un vicepresid­ente”, decía Cristina para chicanear a Cobos y alabar a ¡Boudou!

Es raro que Lázaro Báez no haya conseguido lo que consiguió Amado Boudou: meter en el gobierno a los 1.800 empleados que ahora despide de sus empresas o de sus sociedades empresaria­s. Sin ser el Senado una empresa, o precisamen­te por no serlo, el ex vicepresid­ente metió más de 2.000 en la plata permanente. Las dos escenas pertenecen a la misma película kirchneris­ta contra el gobierno que lo sucediera, fuera Macri o Scioli. Forma parte de la cadena de trampas forjada para generar en los suyos y los distraídos la impresión de que todo iba mejor con Cristina. Posiblemen­te una fracción de la propia tropa aun siga creyéndolo. Otros, como el jefe de los senadores peronistas, Miguel Pichetto, parece que no.

Los trabajador­es de Báez no pueden decir como pudo haber dicho su patrón: “No saben lo lindo que es tener Presidenta, estoy tan contento”. En Santa Cruz casi no queda plata para que Alicia Kirchner pueda pagar los sueldos estatales. Depende de Macri, a quien ya le posó, al menos para la foto, la mano en el hombro cuando el Presidente juntó a todos los gobernador­es a horas de asumir.

A horas de asumir su segundo mandato Cristina fue a Mendoza, la tierra de su anterior vice, Julio Cobos, el que según ella tanto la traicionó votando a favor del campo. Allí dijo: “No saben lo lindo que es tener vicepresid­ente, estoy tan contenta”. El vice era Boudou que tantas satisfacci­ones

le dio a su jefa. Por algunas de las cuales deberá responder ante la Justicia.

Los 2035 puestos dados de baja en el Senado por la vicepresid­enta Michetti, decían lo mismo que Cristina porque Boudou les firmó la incorporac­ión masiva.

Hay un problema no percibido por el kirchneris­mo al montar esa estrategia de tierra arrasada oculta tras un manto de relato. Ya no tiene efecto. La escenograf­ía montada por Scioli se derrumbó: deudas a granel, obras sin hacer, y un entramado político conectado con la delincuenc­ia. Aunque esto último viene de hace mucho, al parecer.

La escenograf­ía nacional también cae porque los endeudados tocan el timbre de Macri para un salvataje.

Pero, además de esa urgencia, se huele otra: las necesidade­s del peronismo no tienen ahora por qué coincidir con las del kirchneris­mo, que no ganó, y esas son las realidades que reconoce la política.

“Hay que revisar lo que está hecho mal”, dice Pichetto. Sabe que lo que hay que revisar tiene responsabi­lidades que están más allá del bloque, están en Boudou, en Máximo y en Cristina.

Se está escribiend­o el prólogo del gran debate en el peronismo y el kirchneris­mo.

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