En la feria de Las Vegas hay drones hasta para que viaje una persona
Fue la gran sorpresa de ayer entre la variedad de naves a control remoto. Otro viene con un casco que permite ver en 360 grados lo que filma el drone.
Son un auténtico ballet. Esperan a que se abra el cortinado rojo y salen a escena de uno en fondo. Son ocho: danzan en círculos, giran, dan vueltas sobre sí mismos, bajan y se entrecruzan al ritmo de la música. De repente se detienen y se forman en fila, como un batallón listo para atacar. Pero enseguida aceleran y recorren todo el perímetro del escenario, antes de hacer una reverencia final y volver por donde habían entrado.
Son drones, las pequeñas naves a control remoto que este año coparon el espacio aéreo del CES (Consumer Electronic Show), la feria mundial de electrónica que se viene desarrollando desde el martes en Las Vegas. El show que dan cada media hora en el stand de la firma Parrot se intercala con otro que protagoniza la gran novedad de la marca: el Disco, un drone que parece un avioncito de papel y que se puede lanzar con una mano como si se estuviera en el aula de la escuela. En su nariz lleva una cámara que filma en HD y que transmite imágenes al control, similar al de los autitos de juguete pero con pantalla. No hace falta ser un as del aire para manejarlo: tiene una función, “return home”, que lo hace regresar al punto de partida.
La gran sorpresa de la feria la dieron, sin embargo, los chinos de Ehang: presentaron el primer drone capaz de trasladar a una persona. Luce como una mezcla entre un helicóptero pequeño y una nave espacial, todo en blanco y negro. Mide un metro y medio de alto, pesa 200 kilos y puede transportar a cualquier ser humano flaco: el límite son los 100 kilos. Despega y aterriza con sólo tocar un botón ubicado en el iPad que hace de tablero de instrumentos y, a juzgar por su aspecto, requiere de cierto coraje para subirse.
Más terrenal, una de las líderes del mercado, DJI, exhibía ayer su Phantom 3 Professional, un drone que filma en 4k (calidad superior al full HD) y que se consigue por 1.259 dólares. Como sus colegas, el aparatito volaba dentro de una jaula, rodeado de fanáticos que fotografiaban y filmaban uno de sus trucos: si se le indica que se quede en una posición, aunque se lo tome con una mano y se lo mueva hacia cualquier lado, siempre regresa al lugar indicado. Se puede alejar hasta dos kilómetros de su dueño, a un máximo de 120 metros de alto, y se lo maneja desde un control al que se puede adaptar como pantalla cualquier celular o tablet. El mismo aparato, pero para uso doméstico, cuesta unos 500 dólares. Y tiene un chiche: por 120 dólares más venden unas antiparras en las que se introduce el teléfono y funcionan como un casco de realidad virtual para ver en 360 grados lo que va filmando el drone.
Yuneec, otra marca china, eligió el CES para presentar su Typhoon H. Su aporte: tiene un sensor frontal que evita que el drone –valuado en 1.800 dólares– choque contra cualquier obstáculo. A prueba de torpes, garantizado.
Unos cuantos metros más allá, luego de atravesar alfombras muchísimo más espesas que las de Las mil y una noches –las ponen los expositores para que uno camine más despacio y se detenga a ver lo que exhiben–, está el stand de Stampeede, un vendedor de drones que apeló a otro recurso para cap- tar la atención: señoritas pulposas vestidas de vaqueras, que invitan a jugar a una rueda de la fortuna en la cual el mayor premio es un póster de ellas mismas, aunque no muy preparadas para enfrentar el frío que hace en Las Vegas. Clarín jugó, pero sólo obtuvo un “siga participando”.