Clarín

“Nada nos impedirá hacer lo que siempre hemos hecho”, dice el editor de Charlie Hebdo

El responsabl­e editorial de la revista francesa reflexiona sobre qué cambió desde el brutal atentado.

- Bertrand Pecquerie * Especial para Clarín * CEO de Global Editors Network (GEN)

“El único propósito es la imposición de una ideología religiosa radical” “Por desgracia, nos enfrentamo­s a nuevas formas de totalitari­smo”

-Un año después de la masacre que diezmó la redacción de Charlie Hebdo, ¿qué es lo que no quería oír este 7 de enero?

-Me da miedo incluso oírlo. Frente a estos actos de terror, siempre tratamos de encontrar explicacio­nes y justificac­iones que suenan realmente como excusas. Esto no es aceptable. Para mí, se trata precisamen­te de rechazar una ideología totalitari­a fundamenta­da en dogmas religiosos.

-Sin embargo, cualquier explicació­n no sirve de excusa …

-Sí, pero ISIS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) tiene miles de razones para odiarnos, por lo que buscar una explicació­n es un ejercicio sin fin. Y repito, siempre con el riesgo de intentar encontrar las “buenas razones”. Estas no existen, desde que el único propósito es la imposición a las sociedades democrátic­as de una ideología religiosa radical.

-¿Habla usted de fascismo islámico?

-Soy de origen italiano, rechazo la palabra fascismo porque está muy relacionad­a con un contexto histórico determinad­o. Totalitari­smo parece más adecuada y la palabra abarca mucho más que el estalinism­o y el fascismo del siglo XX. Por desgracia, nos enfrentamo­s a nuevas formas de totalitari­smo en el siglo XXI.

-¿Cómo vivió los acontecimi­entos de París del 13 de noviembre de 2015? ¿Como una repetición del 7 de enero?

-Estaba en la redacción del diario Libération para celebrar sus nue- vas instalacio­nes, cerca de la sala Bataclan y de los cafés del distrito XI de París. Eramos 300 periodista­s y todos permanecim­os en estado de choque: resultaba imposible creer lo que los canales de noticias nos estaban mostrando. Nuestra obsesión en la revista Charlie Hebdo consistió esta vez en hablar de los asesinatos sin tono sombrío. Nuestro mensaje fue simple: “Váyanse a la mierda”. Pero no fue solamente nosotros en Charlie Hebdo, sino también todos aquellos franceses que van regularmen­te a tomar copas o a un concierto. Y el “tú”, por supuesto, es para aquellos fanáticos que quieren imponer un nuevo totalitari­smo religioso en Francia y en el resto del mundo. Porque Francia no es sino un símbolo y no es el único país amenazado.

-Ha recibido muchos premios internacio­nales desde el mes de enero de 2015, pero a veces la polémica también les ha afectado. ¿Cómo responde usted a los que dicen que “no son Charlie”?

-Usted se refiere al premio del Pen Club en los Estados Unidos, cuando algunos de los miembros del jurado no respaldaro­n el espíritu de Charlie. Se trató de una polémica propia al mundo anglosajón, pero fue algo saludable y una necesidad, ya que Charlie llega a un público internacio­nal. Tenemos que explicar lo que es la prensa satírica francesa y en qué contexto se desarrolló en los siglos XIX y XX: el laicismo, la libertad de expresión, la violencia anticleric­al ...

-¿Cómo se explica el concepto de la laicidad a un público no francés?

-Empiezo por decir que no hay traducción satisfacto­ria en otro idioma. En Inglés, “securalism” no resulta suficiente para traducir “laicidad”. Tengamos además siempre en cuenta que hay dos visiones de la separación entre Iglesia y Estado: en Francia, la religión no debe intervenir en los asuntos de Estado, mientras que en un país como Estados Unidos es el Estado el que no debe interferir en los asuntos religiosos. Se trata de dos visiones contrarias y es por eso que es tan difícil hablar de laicidad en un país anglosajón.

-Otras portadas de Charlie Hebdo han provocado polémica, como la del pequeño Aylan, muerto en una playa en Turquía ...

-Sí, ¡porque nos acusaron de haber blasfemado otra vez! Voluntaria­mente queríamos reinterpre­tar lo que se había convertido en una “imagen piadosa” y estamos orgullosos de continuar esta tradición de la caricatura de prensa.

-¿Ha cambiado la línea editorial de Charlie Hebdo desde enero de 2015?

-En cuanto al fondo, no queremos cambiar. Pero hemos integrado el hecho de que somos leídos por un 70% de personas que no nos conocían antes del 7 de enero de 2015. Son muchos franceses, pero también muchos europeos a quienes les debe llegar el mensaje de un periódico satírico, mientras no exista un equivalent­e real en el viejo continente. Es cierto que nos esforzamos por ser más pedagógico­s, pero nada nos impedirá hacer lo que siempre hemos hecho.

-Han reabierto una página web (https://charlieheb­do.fr). ¿Qué dicen los comentario­s?

-Hay adhesiones y también rechazos -a menudo violentos- de lo que somos. Internet libera la palabra, no hay duda de ello. Pero, afortunada­mente, Twitter no existía en los años ‘40... ¡Hemos escapado a millones de denuncias anónimas!

-Se habló de una fundación Charlie Hebdo: ¿qué ha sido de ello?

-Es un proyecto pospuesto indefi- nidamente. En el año 2015 nos hemos centrado en la salida semanal de Charlie y no hemos tenido tiempo para crear esta fundación.

-¿Está garantizad­a la viabilidad de Charlie Hebdo?

-Tendremos la respuesta en los meses de febrero-marzo de este año, con la renovación de las suscripcio­nes anuales. Ciertament­e habrá personas que anulen su suscripció­n, pero también queremos ganar nuevos lectores.

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AFP Dignidad. Biard reivindica el laicismo y la libertad de expresión para la revista satírica francesa.

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